Un miembro del equipo antidisturbios de los Carabineros vigila una de las principales calles de Talcahuano. :: AP
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El reparto de alimentos calma a Chile

El Gobierno despliega un amplio operativo para que la ayuda llegue a todos los damnificados por el terremoto

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Al menos dos mil toneladas de alimentos y agua potable comenzaron ayer a fluir en las zonas más devastadas por el terremoto y el tsunami en Chile. Aviones, helicópteros, camiones y distintos tipos de embarcaciones han abastecido ya a algunos rincones de las áreas afectadas. Los supervivientes recibieron la ayuda entre lágrimas de emoción y angustia, bien en los centros de distribución o en sus propias casas distribuida con los militares y los voluntarios de la Cruz Roja y otras organizaciones humanitarias.

Pero otros aún esperan. Michelle Bachelet quiso tranquilizarlos. «Aquí no hay desabastecimiento. Hay suficientes alimentos. Por lo tanto se debe tener tranquilidad», declaró tras reunirse con empresarios en Santiago. La presidenta exhortó a reponer lo antes posible los servicios básicos: los suministros de agua y electricidad. Pidió también a sus interlocutores mantener el nivel de empleo. «No queremos que al drama que ha sufrido la gente, incluso la pérdida de seres queridos, se sume la cesantía», advirtió.

La presencia masiva de militares y carabineros en las regiones de Maule y Biobío, las más afectadas, contribuyó a calmar el pánico que causó en los primeros días la irrupción de delincuentes que saquearon comercios y viviendas, y asaltaron a los primeros camiones que transportaban ayuda. En Concepción, capital de Biobío, el toque de queda permitió a las autoridades organizar la distribución de alimentos casa por casa. Llegaron desde Santiago más de veintidós vuelos con víveres acopiados por el Ministerio de Educación, principalmente agua, leche, arroz y otros productos no perecederos. También arribaron bajo custodia militar decenas de camiones con combustible.

En algunas localidades balnearias como Dichato, que perdió 80% de sus edificaciones como consecuencia del tsunami, el auxilio fue distribuido por helicópteros. También hubo embarcaciones que partieron con provisiones desde el puerto de Valparaíso, al noroeste de Santiago, hasta zonas costeras aisladas. Además, las fragatas y barcazas ofrecen a los damnificados servicios sanitarios y de higiene.

Asimismo comenzó la inspección por parte del Ministerio de Obras Públicas de las viviendas e infraestructuras dañadas. En Concepción, según la alcaldesa, Jacqueline van Rysselberghe, al menos diecisiete edificios de pisos sufren riesgo de colapsar. La mayoría de ellos deberán ser demolidos.

Allí, desde el sábado los bomberos han rescatado con vida a 79 personas entre los escombros del edificio Alto Río, de quince plantas, que se derrumbó por completo. Sólo seis de sus vecinos se encuentran desaparecidos. Podrían encontrarse en los restos de los veinte apartamentos que faltan por revisar. «Temíamos que un centenar de personas hubieran muerto al desplomarse el edificio, pero gracias a Dios el número es mucho menor», dijo el jefe del equipo de salvamento.

Normativa antisísmica

El terremoto ha generado polémica por la escasa resistencia demostrada por inmuebles de nueva construcción. Desde el violento terremoto de 1960, de 9 grados en la escala de Richter, las normas antisísmicas son rigurosas en Chile, pero aparentemente se habrían relajado en los últimos tiempos. «Aquí no se respetó la ley, que es la más exigente de la zona», dijo la ministra de Vivienda, Patricia Poblete.

En otras ciudades, incluida Santiago, las autoridades se han visto obligadas a evacuar edificios y a albergar a sus pobladores en hoteles hasta asegurar que no haya riesgo, sobre todo porque las replicas continúan y algunas llegan a casi cinco grados de la escala de Richter. De hecho, ayer se temía que pudieran provocar nuevos tsunamis.

También sigue el cruce de acusaciones por la falta de previsión. Los terremotos no pueden ser conocidos con anterioridad, pero el tsunami, sí. El comandante en jefe de la Armada, almirante Edmundo González, admitió que el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico brindó información «poco clara» a la presidenta sobre los riesgos. No obstante, aseguró que envió dos alertas de maremoto a la Oficina Nacional de Emergencia.

Pero en la entidad, su titular, Carmen Fernández, dijo que la comunicación «fue de tal nivel de imprecisión y ambigüedad que a nadie le permitió tomar una decisión». De todos modos, admitió que no hubieran podido hacer nada para evacuar a la gente en tan poco tiempo.