María Bermúdez, en pleno revuelo de mantón. :: JAVIER FERNÁNDEZ
LA CRÍTICA

Víctima de la fusión fuera de contexto

Parte del público se decepcionó en los primeros compases del espectáculo al no entender el flamenco de Bermúdez

JEREZ Actualizado: Guardar
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Una noche lluviosa que prescindió del Teatro Villamarta para dar cabida a un espectáculo que no acierto a comprender desde los cánones argumentales que rigen este festival. La madrugada anterior Diego Carrasco hizo de las suyas con esa forma particular de entender el flamenco. Anoche María Bermúdez inventó un musical que se alejaba de lleno del flamenco. Y es que la fusión no es siempre bien entendida, y lo que es más importante, bien recibida. La diáfana Sala Paúl colgó el cartel de 'Completo'. Gente arremolinada en la puerta esperando una entrada de repesca.

Con el nombre de 'Chicana Gipsy Project' Bermúdez ideó un guión basado en la unión de músicas del mundo, véase, flamenco, rancheras, blues, jazz... Trabajando sobre las bases rítmicas de unos y otros estilos para crear una obra que no acababa de encajar en este festival. Y no lo digo yo. Bastó con ver cómo parte del público se retiraba de la sala a medida que pasaba el tiempo. Probablemente esperaban flamenco puro y duro, y de eso, bien poquito. El espectáculo en sí es bueno, unifica el flamenco con el blues, juega con los tiempos de la soléa, de las alegrías, aunque administra encorsetadas coreografías en la silueta de la bailaora, que no acababan de expresar. Un baile rígido tirando a lo academicista lo simultaneó con canciones y más canciones por rancheras, jazz y blues. El artista invitado Capullo de Jerez cantó tangos y bulerías más el fin de fiesta. Un minirecital mientras Bermúdez cambiaba de atuendo. Y más de lo mismo, deleites de voz de la protagonista, más propias de otros espacios musicales. En el festival de Jazz de Vitoria hubiera gustado. Pero si todo hay que decirlo, entiendo que hay que mirar a la organización de Villamarta y a sus programadores para buscar una explicación y un porqué.

Porque la bailaora, mirando desde un prisma ajeno al flamenco elaboró un repertorio válido, pero no es este el espacio idóneo para desarrollarlo. A pesar de esto el público es el que mandó y el resultado de la masa lo dijo todo.