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La princesa del 'made in Spain'
De sus 'peep toe', a la moda española o los brackets. Un gesto, un traje... todo lo que hace y viste vende
Actualizado: Guardar«Una portada de Letizia triunfa siempre». Lo afirman los directores de las principales publicaciones del corazón del país, que han retratado al milímetro la evolución de aquella nerviosa periodista vestida con un traje de Adolfo Domínguez. La Princesa ha cambiado y se ha sofisticado mucho desde su primera aparición pública, un poco precipitada, de la mano de don Felipe. Quizás por miedo a cometer algún error, quizás por agradar a su suegra, más amiga de la discreción que de los excesos, doña Letizia se decantó en sus primeros tiempos de 'principado' por un estilo puritano y seguro, abonado al patronaje sobrio y neutro. Como encorsetada en una imagen demasiado descafeinada y rígida. Pero ya vuela sola. En sus apariciones, su agenda y, sobre todo, a la hora de cincelar su nueva personalidad. Círculos cercanos a la Zarzuela no ocultan su «obsesión» por su proyección pública. Pero tampoco, su empeño en buscar un sentido a la monarquía del siglo XXI sin caer en la frivolidad de convertirse en la princesa de los tacones.
Es la 'Midas' de la moda española. El miembro de la familia real que más vende. La que marca tendencias, con permiso de las corbatas del Rey. Que se lo digan a Mango. En el pasado veraneo mallorquín, se presentó con unos pantalones harem -vulgarmente conocidos como 'cagaos'- y una camiseta estampada de dibujos. Costaba 19,50 euros y se vendió a miles en sus versiones blanca y morada. La factura de los modelos de Felipe Varela, su modisto de cabecera, es bastante más elevada. Pero su vestido de jaretas horizontales grosella que ensombreció al 'dior' azul de la Bruni en ese inolvidable duelo de retaguardias, portada de muchos diarios, ha sido uno de los más copiados en bodas, bautizos y comuniones de la pasada temporada.
Por eso, si hay un colectivo en España que la adora es el de los artistas de la aguja. «Es una magnífica embajadora del 'made in Spain'», la define Modesto Lomba. Salvo algunos devaneos con complementos de firmas extranjeras -le pirran, como a casi todas, los coquetos bolsos de Yves Saint Laurent-, la Princesa de Asturias procura vestir y calzar siempre marcas nacionales. Las sabe importar y exportar. No le ha temblado el pulso a la hora de apostar por los modistos españoles: ni para medirse con la mismísima primera dama francesa, ni cuando se engalanó de princesa por primera vez -todavía no lo era- y deslumbró al mundo con el traje de fuego de Lorenzo Caprile en la boda de Federico de Dinamarca.
El último producto que ha puesto de moda son los brackets transparentes y de quita y pon, para desesperación de los fotógrafos que los persiguen como su retocado perfil. También bajan hasta el suelo el objetivo para inmortalizar las cuñas de esparto de Castañer, en verano, y los 'peep toe' del catalán Armand Basi, el resto del año, con los que pisa fuerte en una exhibición permanente de equilibrio. El mismo que busca para brillar en palacio sin ostentaciones en tiempos de crisis. Uno de sus vestidos más famosos es el plateado de Lorenzo Caprile que estrenó la noche de su boda. Luego le cambió el cuello de estola por un escote más pronunciado. La primavera pasada lo volvió a reformar con un escote bordado de pedrería para recibir a Sarkozy y a su despampanante esposa.