La seguridad, un reto a 100 días del Mundial
Patrullas ciudadanas combaten la delincuencia en los barrios difíciles de las ciudades sudafricanas
Actualizado: GuardarDurante once años, patrullas nocturnas de voluntarios marchan cada fin de semana por las calles de Alexandra para disminuir la delincuencia en un país con un promedio de 18.000 homicidios al año.
Desarmados y sin remunerar, el vendedor de un pequeño puesto y los niños que juegan al fútbol en la calle, vestidos con chalecos reflectantes y llevando antorchas, montan guardia junto a agentes de policía durante horas por las ruidosas zonas de bares de la urbe.
«Tenemos que hacerlo porque no podemos permitir la delincuencia delante de nuestros ojos», señala Louis Ntunuku, un taxista que patrulla en uno de los seis grupos de 'Alex'. «Cuando no teníamos patrulleros, se podía ir a la calle y encontrar a alguien tirado en la calle. En la actualidad no sucede. La gente es libre para caminar en las calles como quiera», continúa.
Uno de los barrios más pobres de Sudáfrica, legado de décadas de la segregación del Apartheid, se lleva la peor parte de la tasa de criminalidad en el país, con 93 asesinatos registrados en 'Alex' el pasado año, frente a diez en el rico y vecino Sandton.
El temor a la violencia en Sudáfrica es la principal preocupación del Mundial, por lo que se pretende aumentar el número de policías a 40.000 y garantizar la seguridad de los turistas.
Sin embargo, la comunidad de patrullas y residentes de Alexandra asegura que el crimen ha descendido desde que salen a la calle.
Las autoridades regionales de seguridad planean tener 12.586 vigilantes en las calles en la provincia de Gauteng, el centro económico de Sudáfrica, donde casi 4.000 personas fueron asesinadas el año pasado.
Alianzas saludables
«Está motivado por una realidad - y no es nada nuevo -, ya que que los servicios de policía de Sudáfrica no son capaces de luchar contra la delincuencia solos», relata Sizwe Matshikiza del departamento de seguridad regional. «Tenemos que movilizar a los miembros de la comunidad. La policía no puede estar en cada esquina de Gauteng y de Sudáfrica», agrega.
Con una vigilancia constante parapolicial trabajan contra el delito en una población cansada, apuntan los analistas, que aseguran que la colaboración entre la comunidad y la policía fortalece a los residentes y establece alianzas saludables.
Nthabiseng Mabidietsa, de 67 años, abuela de dos hijos, patrullaba hace seis años, cuando hombres armados dispararon contra su grupo. «Mataron a tres de los nuestros con armas de fuego. Pero, aún así, nunca hemos cedido. Hemos mantenido el patrullaje «, cuenta. «Este es mi undécimo año. Aunque sea una vieja tengo que ir a ayudar, porque el crimen es demasiado. Lo que estoy tratando de hacer es ayudar a la gente», añade.
En un país donde las empresas privadas de seguridad custodian las calles alineadas con vallas eléctricas, Mabidietsa asegura que los sudafricanos comunes y corrientes pueden poner de su parte para recuperar la calma. «Deberían ser como yo y estar en la calle y ayudar», explica, mientras sus compañeros voluntarios se reagrupan después de un robo de un coche de lujo. «No es bueno quejarse y sentarse», proclama.