Eurovisión
Actualizado: GuardarNo se que impulso freudiano de frustración acumulada anida en esta España que por bemoles pierde el culo por el festival de Eurovisión, ese engendro pseudoeuropeo donde las mafias hacen su agosto, y donde el antiguo esplendor o la elegancia que en un tiempo pudo tener ya hace mucho, pero que mucho tiempo, que dejó de existir. La prueba de que todo degenera la tenemos en la propia gala montada por Televisión Española para elegir un representante que enviar a ese festivalito degradado, en la que un cani estropajoso y barriobajero se tocaba una entrepierna seguramente carente del más mínimo volumen real. Que ocurra algo así ya es preocupante, pero es más preocupante que un chori de tamaño calibre, que debería estar poco menos que en la cárcel, pueda llegar sin ningún filtro ni control hasta donde llegó. Incluso si no se hubiera tocado la hueca entrepierna (dime de lo que presumes y te diré de lo que careces), ya resulta un síntoma de cómo está el termómetro moral el hecho de que a tal pintas le pueda ser permitido ni siquiera un segundo en una cadena de televisión o de lo que sea. Las distancias cada vez son más abismales. Les cuento: hubo una vez una Televisión Española que para seleccionar candidato para el Festival, que aquella vez se celebraba en Dublín, montó un programa de calidad titulado 'Pasaporte a Dublín'. Yo era pequeño, pero como ya trasteaba por la música y las canciones, procuraba verlo, con la anuencia de mis padres. El resultado era un elenco de buenos artistas, buenas canciones y sana competencia. Fue entre septiembre y diciembre de 1970. Entre aquellos programas dirigidos por Lazarov y De La Vega (no confundir con la Vice), con las canciones de Los Mismos, Nino Bravo, Rocío Jurado, Karina, Cristina, Junior, Dova, Jaime Morey, Encarnita Polo y Conchita Márquez Piquer, y las presentaciones de Julio Iglesias, Massiel y Uribarri, y lo actual, salvando de la quema a la siempre profesional Anne Igartiburu, es evidente que se ha ido para bastante peor. Habría que pensar en retirarse de Eurovisión mientras aquello no se sanee un poco, o mejor un mucho, cosa que, tal y como está el actual listón, no es de esperar para tiempos venideros.