LA VOZ DE LA CONCIENCIA

Otro Terremoto para la Historia

Tras un primer envite de su enfermedad, Fernando Fernández Pantoja volvió a los escenarios lleno de fortaleza artística El Festival de Jerez tenía programada para hoy la actuación del cantaor fallecido

JEREZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A menos que algún antepasado nuestro hubiese tenido la curiosidad de haber anotado sus genealogías, a poco que pasen tres a cuatro generaciones, la historia de nuestros antecesores se difumina en la nebulosa de los tiempos. No hace falta retrotraerse muchos siglos, apenas 150, 200 años son suficientes para que sean solo unos pocos los que puedan hablarnos de sus tatarabuelos: ¿Quiénes eran? ¿De dónde provenían? ¿Cuáles eran sus nombres y apellidos completos? ¿Cuándo fallecieron?

Ya lo decía Borges: «No habrá una sola cosa que no sea una nube. Lo son las catedrales de vasta piedra y bíblicos cristales que el tiempo allanará.» Nada perdurará, ¿qué somos en la insondable noche de los tiempos? En todo caso, solo quedará inmarchito el recuerdo de los elegidos, aquellos que el Sumo Hacedor dotó de cualidades o características de las que la mayoría adolecemos, a las que el hombre ha denominado artísticas y que los siglos han respetado porque con ellas sus autores nos han ayudado a vivir y a soportar los abrojos que hemos de sortear en el erial de nuestra existencia.

Rafael de Paula nunca supo explicar lo que hacía con las muñecas, aquello que el poeta versó como: los puños partíos de las manos -con los que enloqueció a multitudes. Ni Mozart, ni Chopin, ni Wagner; ni por supuesto, Fernando Fernández Monje llegó a ser consciente de que, con aquella telúrica salida con las que nos conmocionó tantas veces, dejaría una huella indeleble en nuestros corazones. Igualmente nos ha ocurrido con el guitarrista Manuel Fernández Molina 'Parrilla de Jerez' a cuya guitarra recurrimos apenas nos asalta la melancolía o se apodera de nosotros la incertidumbre. Lo único que hicieron fue alegrarnos la vida con sus músicas y actividades artísticas.

De Navidades acá, el rumor se fue acrecentando; hace unas cuantas semanas se convirtió en un clamor, terminando en un inconsolable dolor que, recorriendo los cuatro puntos cardinales de nuestra ciudad, se clavó como una púa en los corazones de todo el colectivo flamenco jerezano, que unidos por lazos familiares, de amistad y afinidades artísticas, nos estremecimos al unísono tal si fuera el ayeo siguiriyero de su padre, traspasándonos el alma como un puñal. Tal ha sido la pérdida que para todos ha supuesto la marcha de Terremotito, que ha sumido en una angustiada pena y vestido de negro luto a una afición que tanto esperaba de su eco, que tanta ilusión había posado en su trayectoria y confiaba en su futuro.

Continuidad gitana

Con Fernando Fernández Pantoja se nos ha roto el anhelo, disipado el entusiasmo y deshecho el afán al que nos había llevado su talento, su concepción artística, su forma de ser, de hacer y sentir el cante, con las que abrigábamos la continuidad cantaora de Jerez, esas maneras incuestionables y genuinamente gitanas de expresar lo que se siente a través del arte flamenco, cuya hegemonía jerezana es mundialmente reconocida.

Una vez más, la historia del arte nos cuestiona por qué Dios escribe derecho con renglones torcidos, interrogándonos cuál es la razón de tocarlos con la varita de los elegidos, dotarlos de toda suerte de privilegios y facultades para después de años de lucha quitárnoslos cuando ya han ocupado un lugar en nuestros corazones.

En Fernando Fernández Pantoja se han dado todos los valores y cualidades que un artista actual necesita para escalar el puesto que estaba a punto de ocupar: voz, talento artístico, educación, maneras personales, cultura, amor al arte y a los valores heredados de su estirpe; los que ha recreado y difundido con respeto allá donde ha ido, evocando en nuestra memoria la hondura, el dolor, la tragirrabia, el compás y la dulzura, que como pocos ha sido capaz de imprimirle a cantes como la malagueña.

Sus comienzos

Recuerdo con nitidez el 21 de enero de 1989, que con apenas 19 años hizo su debut artístico en la Peña de Don Antonio Chacón; a la que fui acompañando a su primo Parrilla de Jerez. Su presentación fue una sorpresa, ya que nadie le había escuchado cantar, ni se sabía de sus condiciones de voz y cualidades artísticas y la verdad fue que todos nos quedamos boquiabiertos, tanto los aficionados como los profesionales, que no tuvieron más remedio que reconocer que estaban en presencia de un verdadero artista. Aficionados y familiares acudieron en masa, por lo que la peña de la calle Salas se puso de bote en bote. Ni que decir tiene, que a pesar de su juventud aquel Terremotito de entonces aprobó con un sobresaliente el inicio de su carrera artística; llenándonos de alegría cuando volvimos a oír el eco de su legado genético y estar como estuvo a la altura del extraordinario guitarrista que le acompañó: Moraíto. Después de todos estos años y de seguir su carrera y trayectoria artística, Terremotito ha superado con creces todas las expectativas, llegando a ser lo que se había propuesto: un artista flamenco con gran proyección y futuro. Un cantaor-tocaor que dada su enorme afición era gran conocedor de los estilos, albergando también capacidades literarias y musicales para componer, suscribiendo a su nombre un buen número de textos y registros musicales con los que ha demostrado sus capacidades artísticas y de liderazgo.

El espaldarazo definitivo nos lo dio cuando, después de restablecerse de la enfermedad que lo minaba, decidió su vuelta a los escenarios, la que hiciera lleno de pundonor, entereza y fortaleza artística, sacándose el cante de los arreaños del alma, dejando en el escenario «las alas del corazón». Ese corazón que lo había ayudado a subir a lo más alto del cante flamenco y que ya, a solo un paso de la cúspide, se le rajó.

Y es que, como dijera Santa Teresa: Dios escribe derecho con renglones torcidos.

(Artículo dedicado a sus hermanas Luisa y Juana).