LA PATAÍTA

FAMILIA DE FESTIVAL

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Igual que una familia se arremolina alrededor de la estufa las noches de invierno, los críticos, periodistas y los aficionados más leales acuden cada día al abrigo de las botas de San Ginés para imbuirse de flamenco y compartir, entre vino y almendritas, charlas insustanciales o lecciones de sabiduría -aunque a veces no tengan mucha diferencia-. El primer día de las tertulias de la bodega sirve a muchos para refrescar las caras de las personas que verá de forma ininterrumpida durante las próximas dos semanas. Como el famoso anuncio televisivo que dice 'vuelve a casa por Navidad', la banda sonora de las conversaciones de ayer sonaban a 'vuelve a la bodega por festival'.

Y allí nos encontramos todos: los compañeros de la prensa local, los críticos especializados a los que vemos de año en año y los aficionados más constantes que, con su curiosidad, han propiciado algún que otro titular de periódico. El escenario sigue siendo el mismo cada final de invierno y las figuras que pululamos entre las botas empezamos a vernos como una familia que se reúne en torno al calor que desprenden los artistas con sus zapateados y sus gargantas.

Dieciséis días dan para mucho -aunque un artista propuso ayer que se alargarán- y los tertulianos tienen aún que coger el ritmo para completar la carrera de fondo que es el Festival de Jerez. No importa: tenemos almendritas y fino como avituallamiento.