Una muestra explora el arte más brillante del escultor vasco Jorge Oteiza
MADRID. Actualizado: GuardarTan interesantes como las esculturas de Jorge Oteiza (Orio, Guipúzcoa, 1908- San Sebastián, 2003), son los desafíos teóricos y reflexiones de este genial domador de espacios. Un mago de la abstracción en tres dimensiones que se presenta a sí mismo como «un pingüino inadvertido» empeñado en desafiar los límites de la geometría con unas piezas «metafísicas» realizadas en todos los materiales y escalas. Un Oteiza que libraba una ardua batalla geométrica contra sí mismo cuando en 1957 obtuvo el gran premio de la IV Bienal de São Paulo con 'Propósito experimental'. Se coló entonces en el 'Olimpo' de la abstracción volumétrica, al que pronto llegaría otro grande de su oficio, el también vasco Eduardo Chillida. Estamos ante el Oteiza más intenso y apasionado, el que experimenta con la desocupación de las formas y el vaciamiento de la escultura. Un Oteiza que se interesa por la conexión del individuo con el universo a través del vínculo metafísico y que daba respuestas plásticas y teóricas a sus inquietudes.
A ese periodo crucial y a ese desafío a la geometría euclidiana se dedica la muestra 'Los límites de la transparencia' que las salas de la Fundación Canal en Madrid (Mateo Inurria, 2. www.fudacioncanal.com) acoge hasta el 25 de abril. Son treinta y cuatro piezas, una treintena en pequeño y mediano formato y cuatro de gran volumen -algunas inéditas- realizadas en los años más fructíferos de Oteiza y ordenadas por «familias». En el zénit de su proceso de búsqueda, a través de obras de distintas épocas que tratan siempre «de la representación de lo espiritual a través de la quietud y el vacío», según Pilar Oteiza, sobrina del artista y responsable de la selección.