Un grupo de cubanos llora por la muerte de Orlando Zapata. :: LA VOZ
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Cuba aprieta su puño de hierro

La madre de Orlando Zapata clama contra el «asesinato premeditado» de su hijo mientras Raúl Castro culpa a Estados Unidos Denuncian una «ola de represión» tras la muerte de un preso en huelga de hambre

LA HABANA. Actualizado: Guardar
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La muerte de Orlando Zapata Tamayo estaba casi anunciada tras permanecer 85 días de huelga de hambre, los últimos tres internado en un hospital de La Habana en estado de coma. Su madre, rota de dolor, denunciaba ayer su asesinato mientras sus compañeros de la disidencia lo velaban simbólicamente en medio de detenciones preventivas y mayor presencia policial. El presidente, Raúl Castro, rompió el silencio oficial para lamentar su muerte y negar que hubiera sido torturado. El fontanero y albañil, nacido en Banes (Holguín) hace 42 años, se convirtió ayer en el segundo activista muerto por negarse a recibir alimentos para protestar contra el Gobierno castrista. Pedro Luis Boitel, poeta y líder estudiantil, pereció en similares circunstancias en 1972.

Los opositores que se acercaron hasta la casa de Laura Pollán, la portavoz de las Damas de Blanco, calificaron a Zapata como un preso «muy contestatario» que se negaba a usar el uniforme penitenciario y gritaba abiertamente contra Fidel y Raúl Castro. Como muchos orientales, se trasladó a la capital para labrarse un futuro mejor que se truncó al ser detenido en marzo de 2003. Tenía 35 años y fue condenado a tres de prisión por desacato. Su arresto coincidió con el de 'Los 75', el principal grupo de disidentes de la isla, de los que 53 todavía siguen encarcelados.

En principio cumplió condena en su provincia natal. Pero su primera huelga de hambre y protestas para reclamar mejores condiciones carcelarias provocaron su traslado al penal Kilo 7 en Camagüey, donde Amnistía Internacional lo adoptó como preso de conciencia.

Torturado

Tras años de combate entre rejas el 3 de diciembre emprendió el ayuno que finalmente acabó con su vida. Su madre, Reina Luisa Tamayo, denunció que durante su protesta fue torturado y encerrado en celdas de castigo y que, cuando el 17 de febrero fue ingresado en la residencia sanitaria Amalia Simoní de la ciudad del centro de la isla, tenía la «espalda marcada por los golpes». Poco después se le trasladó a La Habana, donde quedó en manos de los médicos el Hospital Hermanos Amejeiras. Ya era tarde. «La muerte de mi hijo ha sido un asesinato premeditado», afirmó Reina Luisa Tamayo.

El fallecimiento, aunque esperado, ha convulsionado a la disidencia y a los diplomáticos extranjeros, pero el régimen se mantiene impertérrito y los medios de información locales ni siquiera informan del suceso. Sí habló Raúl Castro. El presidente aseguró que la muerte de Zapata era resultado de la tensa relación con Estados Unidos y desmintió que en las cárceles de la isla existieran malos tratos. «No hubo torturados, no hubo ejecución. Eso sucede en la base de Guantánamo», respondía a la pregunta de un periodista mientras acompañaba a Luiz Inácio Lula da Silva durante una visita a Mariel.

Normalmente, las autoridades no suelen hacer declaraciones sobre los disidentes salvo para insistir en que son «mercenarios a sueldo» de Washington que buscan desestabilizar el régimen. Sin embargo, en las calles de La Habana se notaba ayer un incremento de la vigilancia policial, así como en Banes, donde Zapata será sepultado. Además, la ilegal pero tolerada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional denunció una «oleada de represión» contra los opositores.