COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

Derecho al pataleo

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Puede que los 'workaholic' estén de enhorabuena con esto de jubilarse a una edad en la que el cuerpo empieza a pedir sopita caliente y horas de televisión. No lo sé. Desde luego no tengo ningún adicto al trabajo entre mis amigos ni creo que nunca los tenga, porque los de mi generación -los del 'baby-boom', los que siempre vamos rezagados- somos de los que pensamos que el trabajo no es más que un castigo divino cuya penitencia se cumple con los años. Y no entiendo mucho de segmentos de población ni de sectores potencialmente susceptibles de sucumbir a un voto cautivo, porque llegamos tarde a lo de los dos mil quinientos por niño, porque llegamos tarde a los permisos de paternidad, porque llegamos tarde a la bajada de hipotecas, porque no tenemos aún edad de meriendas ni de Imserso. pero sí entiendo, y mucho de una generación cabreada a la que ningún Deuteronomio -ni siquiera los que lo leen- presta atención. Una generación que se incorporó demasiado pronto al mercado laboral -no eran tiempos para la 'dolce far niente' ni para formarse en Europa- y que a estas alturas está harta ya de trabajar. Harta de mantener un sistema en el que base y la cúpula son los zánganos de este panal en el que la miel siempre está hecha para la boca del burro. Hartos de que el IRPF sea el INRI de la cruz que cargamos para otros. Y hartos de que todos los experimentos se hagan con las mismas cobayas.

Así que los 'workaholic' -que parece que son muchos- pueden seguir trabajando, que nosotros iremos esta tarde a la plaza de Asdrúbal, a la manifestación que bajo el lema «Por el derecho a vivir la jubilación» han convocado los sindicatos. No va a servir de mucho, no nos va a garantizar que nos jubilemos antes, pero por los menos va a garantizar nuestro derecho al pataleo. Y eso, en estos tiempos que corren, es mucho