Tiempso revueltos
Jerez y sus zonas rurales no pueden seguir viviendo a expensas de lo que suceda o no con el río GuadaleteLa Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados
Actualizado: GuardarTenemos un problema y hay que darle solución. Es un enunciado simple, pero me da la sensación de que no se puede abordar la situación de otra forma. Jerez y, muy especialmente, los vecinos de la zona rural no pueden seguir viviendo a expensas de lo que pueda o no pueda suceder con el río Guadalete cuando azota la lluvia con tanta fuerza y los pantanos se ven en la obligación de desembalsar cientos de miles de litros por segundo.
He podido comprobar de cerca lo que está pasando en la ribera y en la vega del río, todos hemos podido verlo a través de la televisión y las fotografías -espectaculares como las que ayer mismo publicaba este periódico- de los rotativos, y convendrán conmigo en que se deben tomar medidas no coyunturales como se ha hecho en otras ocasiones, sino estructurales, para que estas escenas, en la medida de lo posible, no se repitan. Ayer mismo, en la visita que el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, realizó a la zona de El Portal y de Las Pachecas, un portavoz autorizado del Ayuntamiento de Jerez me explicó que todo lo que se ha inundado es, en efecto, zona inundable.
Es decir, que, dentro de lo que cabe, es previsible que el agua, pese a lo imponente de la situación, llegue hasta donde ha llegado cuando cae tanta lluvia como la que llevamos recibiendo por estos lares desde hace dos meses. Y aún más, los expertos aseguran que si se limpiara el cauce del río Guadalete -reivindicación histórica de unos vecinos que estos días achacan a las autoridades que no se acometiesen esos trabajos tras la riada de 1996- en circunstancias como las actuales, con tanta, con tantísima agua no se solucionaría gran cosa. Lo único que se lograría es que la crecida fuera más lenta, que el agua tardara más horas en llegar a las casas, pero, según los expertos consultados por el Ayuntamiento, no se podría impedir al fin y al cabo la tragedia que están viviendo las gentes de La Ina, El Portal, La Greduela o Las Pachecas en estos momentos.
Aún así, y aunque me cuesta creer estas teorías, no me cabe duda de la voluntad decidida del Ayuntamiento de Jerez y de la Junta de Andalucía de acometer un verdadero plan de recuperación del Guadalete, de ejecutar los proyectos que ya están redactados y que pasan, en primer lugar, por dragar un cauce que está ciego en muchos de sus tramos, y después, por rescatar del olvido las riberas emponzoñadas y atestadas de basura. Pero si como dicen es imposible evitar las crecidas, inundaciones y riadas aunque se limpie el Guadalete, no hay más remedio -y ya hemos apuntado este extremo en otras ocasiones- que no permitir edificaciones en toda la zona inundable del río y, evidentemente, no permitir que siga viviendo gente en estos lugares. Pero, ¿es esto posible? ¿Es posible levantar asentamientos enteros como el de la Greduela y llevar a los vecinos a lugares seguros donde vivir? Entran en juego muchos factores y, sobre todo, hablamos de algo muy costoso y prolongado en el tiempo, pero que se antoja fundamental para acabar de raíz con este gravísimo problema.
El Ayuntamiento jerezano parece que ha empezado a trabajar en este sentido. Desde aquí animo al Gobierno local a que actúe con firmeza, pero también con justicia porque no todas las viviendas de la zona son ilegales y hay que dar soluciones reales a los afectados. De momento, sólo tenemos que lamentar daños materiales, muchos e importantes, pero, al fin y al cabo, daños materiales.
Económicamente, las pérdidas también están afectando al sector turístico y es que muchos hoteles han visto como se cancelaban las reservas por parte de visitantes que piensan que las inundaciones las tenemos en la plaza del Arenal y no en la zona rural. Pero, lo dicho, sólo es dinero. En nuestras administraciones está no tener que asistir en el futuro a perjuicios más importantes e irreparables. Por eso estoy seguro que se van a remangar, no les queda otra.