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La tierra inconquistable desafía a la OTAN
La Alianza se ha visto obligada a lanzar la mayor ofensiva desde 2001 ante la recuperación talibánTras nueve años de guerra, el número de tropas desplegadas contra la insurgencia se acerca a las del Ejército soviético derrotado en los ochenta
Actualizado: GuardarUn total de veintiún civiles, ocho soldados de la OTAN y decenas de insurgentes muertos -los últimos treinta ayer-, y 2.800 familias desplazadas, según la Comisión Independiente de Derechos Humanos, es el balance provisional de la mayor ofensiva lanzada por las fuerzas internacionales en Afganistán desde 2001 y que se desarrolla desde hace una semana en Marjah, en pleno corazón de la provincia sureña de Helmand. Tras unos primeros días «exitosos», según la coalición, los talibanes ofrecen ahora resistencia -en forma de francotiradores, minas y artefactos explosivos improvisados (IED, por sus siglas en inglés)- y los mandos estiman que necesitarán «al menos treinta días» para limpiar una de las zonas clave para el cultivo de la amapola en el país centroasiático y de donde se exporta la mayor parte del opio que inunda con el que se trafica en el mundo.
Bautizada como 'Moshtarak', que en dari significa juntos y que hace alusión a la presencia de soldados afganos entre los 15.000 efectivos aliados que combaten sobre el terreno, este ataque sigue con la línea marcada en verano con la operación 'Golpe de Espada', también en Helmand y muy cerca de Marjah. En ambos casos son los marines de Estados Unidos los que, como ya hicieron en Irak con la indomable Faluya, ocupan la primera línea de batalla y en las dos misiones se trata de un golpe conjunto contra a la insurgencia y a su principal canal de financiación.
La OTAN reconoce en estos momentos un despliegue de 114.000 efectivos en suelo afgano y cada vez se acerca más a las cifras alcanzadas por el Ejército Rojo durante la invasión soviética. A los militares regulares hay que sumar la tropa de mercenarios desplegada por empresas de seguridad como DynCorp o Blackwater (rebautizada como Xe Services) que, según algunos expertos, podría superar los cien mil hombres. Con el nuevo plan Obama, además, seguirán llegando refuerzos en los próximos meses con el objetivo de alcanzar la estabilidad en el país después de nueve años. En frente se encuentran unos talibanes sobre los que algunas fuentes de lucha antiterrorista afirman podrían contar con «unos 10.000 hombres, pero de ellos no más de 3.000 que luchan por motivación; el resto son mercenarios a tiempo parcial que cogen las armas a cambio de dinero». Con este singular ejército han logrado levantar gobiernos a la sombra y controlar la mayor parte del país.
Cinturón tribal
Las provincias del sur y este son las más problemáticas. El cinturón fronterizo pastún formado por Uruzgan, Helmand, Kandahar, Zabul, Nuristán -donde las tropas estadounidenses salieron en octubre tras sufrir ocho bajas en un único ataque-, Paktika, Kunar. son zonas en las que la presencia del Gobierno de Kabul apenas sobrepasa los muros de la casa de cada gobernador en las capitales de provincia. Los talibanes han establecido un sistema de administración paralelo por el que los habitantes de estas zonas siguen viviendo en el Emirato Islámico de Afganistán que el régimen fundamentalista implantó en el país durante sus años en el poder. El despliegue de miles de soldados de la OTAN, la instalación de Equipos de Reconstrucción Provinciales (PRT, por sus siglas en inglés), bases operativas avanzadas (FOB) o las misiones militares, normalmente desde el aire, no han servido para dominar una guerra «que sólo se puede lograr desde el suelo. Hay que ganar batallas y ocupar el terreno para dar seguridad y demostrar a la gente que no volverán a quedarse bajo el yugo talibán», aseguran los mandos militares consultados. Marjah es un ejemplo de la inoperancia del despliegue internacional ya que esta localidad calificada como «el principal feudo insurgente» dista apenas unos kilómetros de la principal base de Reino Unido en Afganistán.
Helmand es la piedra de toque para la nueva estrategia del inquilino de la Casa Blanca, pero la ofensiva 'Moshtarak' ha cruzado la frontera golpeando también a la insurgencia en suelo paquistaní. El diario 'The New York Times' informó sobre la detención del mulá Baradar en la ciudad portuaria de Karachi. Pese al desmentido talibán, veinticuatro horas más tarde las autoridades de Islamabad reconocían que el máximo líder militar fundamentalista se encontraba en manos de los servicios de inteligencia norteamericanos.
Interlocutor válido
Con el mulá Baradar cae la persona a la que califican de «arquitecto» de la guerra asimétrica planteada por los insurgentes y que mantiene en jaque a las principales potencias mundiales. Pero con él también se va un miembro de la tribu popalzai, la misma a la que pertenece el presidente Hamid Karzai. Del dirigente capturado se asegura ha sido en los últimos meses un interlocutor válido para el acercamiento entre las autoridades y la militancia de cara a un acuerdo de reconciliación nacional.
Cuatrocientos policías afganos patrullan en las zonas liberadas de Marjah tras siete días de combate. Por primera vez desde la caída del régimen talibán la autoridad de Kabul tiene presencia en esta zona. Pero la que todos se hacen en la capital del golpeado país es, ¿hasta cuándo?