Hedi Slimane, junto a la editora francesa de moda Carine Roitdeld.
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¿Qué ha sido de Hedi Slimane?

Inventó un nuevo vestir masculino con sus escuálidos trajes, pantalones pitillo y corbatas estrechas. Está desaparecido desde 2007

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T ras la muerte la semana pasada de Alexander McQueen, incapaz de soportar el fallecimiento días antes de su madre, la moda se ha quedado más huérfana que nunca. Hedi Slimane (París, mayo 1968), el hombre que inventó el nuevo vestir masculino con trajes ajustados hasta límites imposibles, corbatas estrechísimas y geometrías rockeras, sigue en paradero desconocido desde 2007, depués de dar portazo a Dior. Todo lo que se sabe de este modisto hijo de una italiana y un tunecino es su patológica afición a la fotografía y a la música. Sus desfiles casi siempre incluían actuaciones en directo y ha diseñado la imagen de dos de las bandas de rock más importantes de los últimos tiempos: los americanos The Strokes y los británicos Babyshambles. «Adoro la música y la vuelta del rock a sus raíces en toda su crudeza», proclama.

La vida de este talentoso cuarentón se ha propagado a velocidad de vértigo. Comenzó a diseñar su propia ropa a los 16 años harto de vestir la que le hacía su madre, costurera, y de que ninguna prenda le sentara bien por su extrema delgadez. Este tirillas de rostro palidísimo y saltones ojos azules ha creado al hombre a su imagen y semejanza y perfilado la silueta masculina del siglo XXI. La misma que lucen David Bowie, Mick Jagger y el crápula de Pete Doherty. Con el ex novio de Kate Moss obró un auténtico milagro al elevarle a los altares de la elegancia con sus sempiternos pantalones pitillo y estilizadas chaquetas, fotografiados hasta la saciedad a la salida de numerosas comisarías y centros de desintoxicación.

Obsesionado con la juventud

Pero también ha modelado el estilo de actores de aire seductor y un punto canalla como Brad Pitt -eligió uno de sus trajes cuando se casó con Jennifer Aniston- y Jude Law. Con sus ajustados cortes, Hedi ha insuflado vida a un ejército de individuos andróginos con pinta de enfermos y rostros infantiles, trazas adolescentes con hechuras casi sin formar y, por supuesto, extremadamente delgados. El septuagenario Karl Lagerfeld, cerebro de Chanel, llegó a adelgazar casi cuarenta kilos para entrar en los pantalones de Slimane.

El sorprendente universo de este alma rebelde, amante del rock -«la electrónica fue una auténtica revolución, pero el fenómeno 'dance' y el estallido de Ibiza me parece ahora barato y despersonalizado»- y obsesionado con la juventud comenzó a despuntar en el seno de otro genio: en los talleres de Yves Saint Laurent, al que idolatraba. Entró de simple ayudante, en 1996, pero le bastaron sólo doce meses para hacerse el amo. Su paso fue efímero, ya que, siete años después, tras la compra de la marca por el grupo Gucci, tomó las de Villadiego, junto al propio Saint Laurent y Alber Elbaz, hoy director creativo de la renacida y cotizada Lanvin. Joven pero contundente, no se lo pensó un instante: «La gente que llegaba sólo pensaba en marketing y ya no le vi sentido ni legitimidad al proyecto», justificó.

Para entonces su nombre figuraba en todas las quinielas para hacerse con una gran casa. Era el más deseado. Eligió Dior y convulsionó la industria con un nuevo concepto de moda masculina. Desterró de las pasarelas los cuerpos de gimnasio y los modelos varoniles. Calzó a ejecutivos afiladas botas y estilizó a los adolescentes con camisas ceñidas tipo corsé. En una pirueta transformista tan extraña como sugerente, convirtió sus trajes de hombre en objeto de deseo del público femenino.

Frívolo e intenso

Cuando en tiempos de incertidumbre la gente «busca seguridad» y la moda se vuelve «más conservadora y políticamente correcta», Hedi tiró por la calle contraria. Editor jefe del periódico francés 'Libération', diseñador de muebles y autor de las carátulas de discos de grupos como Phoenix, The Libertines y The Others, Slimane era el artista total. Quería «evolucionar» en vez de apostar por colecciones «discretas, sobrias y suaves». Le apasionaba la «dualidad» de la moda -«su frivolidad e intensidad»- y utilizaba su vertiente «más trivial» para «influir. Eso es el éxito».

Por eso su aventura en Dior tuvo fecha de caducidad desde un principio. Confiaba en diseñar para la mujer, pero incluso para un genio como él ese objetivo eran palabras mayores, ya que suponía tener que lidiar con otro 'gallo': John Galliano, director creativo de la colección femenina. Para él resultaba «muy frustrante» permanecer a la sombra del gibraltareño. Arnault, el dueño del mayor emporio de lujo mundial, le prometió un aumento de sueldo, pero sin llegar a los tres millones de euros que le pidió el creador parisino. El modisto que puso de moda al 'hombre palo' se largó. Desde 2007 se ha dedicado a fotografiar a todas las estrellas del rock y celebrities con las que mantiene una gran amistad: Pete Doherty, Carine Roitfeld, Courtney Love, la topmodel Sasha Pivarova, Lindsay Lohan, a la que ha retratado desnuda y casi famélica... Sin embargo, aunque nadie sepa de él, la sombra de las enjutas siluetas es más alargada que nunca.