Muchas vías seguían cerradas pese a que ayer no llovió. :: J. F.
LOS EFECTOS DEL TEMPORAL

Alerta en una provincia sumergida

Unas 90 familias siguen desalojadas en varias pedanías y los vecinos esperaban ayer preocupados las nuevas lluvias

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LAS IMÁGENES DE LA TRAGEDIA

El centro de todas las miradas volvió a ser ayer la provincia de Cádiz, en concreto la ciudad de Jerez, que se ha convertido en el símbolo de la tragedia provocada por el temporal y cuya zona rural amaneció ayer soleada, pero completamente anegada por el agua y por el lodo que dejó el río Guadalete al retirarse de algunas casas.

Pese a que la lluvia descansó ayer y a que el nivel del río descendió unos 70 centímetros respecto al viernes (ayer a las 20.00 la lectura era de 6,18 metros), dando un ligero respiro a los vecinos de las poblaciones rurales y permitiendo la apertura de algunas carreteras, la imagen que todavía presenta desde el cielo la Campiña de Jerez es desoladora y confirma la gravedad de los efectos de las inundaciones.

No hay más que sobrevolar por encima del cauce del Guadalete, como hizo ayer LA VOZ junto a los pilotos del Real Aeroclub de Jerez, para comprobar que el agua ha ocupado el sitio que antes era de las carreteras, los caminos rurales, las fincas agrarias e incluso las barriadas del municipio.

A través de esa visión aérea de la Campiña y de las comarcas más cercanas por las que atraviesa el Guadalete se certifica el aislamiento en el que han quedado algunas poblaciones como La Ina o Lomopardo; la tragedia de los habitantes de Las Pachecas, donde sólo se adivinan los tejados de las casas; y se comprende por qué el viernes la provincia amaneció colapsada después de que el agua subiera hasta casi siete metros e inundara la autopista, las vías ferroviarias y el mismo Aeropuerto de Jerez.

De hecho, aunque ayer la circulación mejoró en la provincia, un total de 20 carreteras seguían afectadas por el temporal. En concreto, y según los datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), en Cádiz permanecen cortadas por lluvia la CA-6101 en Bornos, la CA-5101 en Espera, la CA-9113 en El Gastor, la CA-3110 en La Ina, las comarcales CA-3100, CA-4102, CA-4107, CA-3113, CA-3102, CA-3109, CA-3112, A-2000 y CA-3104, todas en Jerez. También se encuentran con problemas de circulación las CA-8201 y CA-8200 en Jimena, la CA-9101 en La Muela, la CA-9205 en San Roque, CA-9120 en Setenil, la CA-4103 a su paso por Torre Melgarejo y la A-2300 en Zahara.

Por contra, sí se pudo recuperar ayer el transporte por tren. Para ello, más de cien personas trabajaron hasta las 2.30 horas de la madrugada de ayer para restablecer la conexión ferroviaria en la línea de ancho convencional Sevilla-Cádiz, que había quedado interrumpida por los graves daños en los tramos Lebrija-El Cuervo y Jerez Mercancías- Jerez, y que empezó a funcionar mucho antes de lo previsto en un principio

Según Adif, los trabajos no pudieron iniciarse hasta la tarde del viernes debido a lo elevado del nivel del agua que cubría la vía y provocaba saltos de agua, y consistieron en la construcción de castilletes para sujetar la plataforma sobre la que va asentada la vía. Seguidamente y durante toda la tarde y noche del viernes se repararon los desperfectos ocasionados en la vía y se empleó nueva piedra de balasto, ya que el agua lo había arrastrado, provocando el desguarnecido de la vía.

Conexión ferroviaria

La recuperación de la conexión ferroviaria fue prácticamente lo único positivo de una jornada en la que la tragedia no sólo se hacía presente desde el aire, sino también a pie de calle, en cada una de las poblaciones que continúan sumergidas bajo el agua y en las que la preocupación es máxima ante la nueva alerta por lluvias decretada desde la pasada madrugada.

Así ocurría ayer en El Portal, que se convirtió en la zona cero a la que acudieron todos los representantes políticos y sociales, desde el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, hasta el obispo de Jerez, José Mazuelos, y que amaneció con algo menos de agua, pero con alrededor de 80 personas desalojadas y repartidas entre las casas de los familiares o el centro de acogida que se ha instalado en el colegio de las Monjas del Santo Ángel, en la zona alta de la barriada. A ésas se unen las que están en la misma situación en La Corta, La Greduela y Las Pachecas, hasta un total de unas 90 familias.

En el Portalillo, justo al lado de una de las lenguas del Guadalete, un grupo de vecinos liderados por la delegada de alcaldía, Isabel García, montaban guardia junto a casas en las que se veía hasta un metro de agua. Habían pasado la noche en vela junto a una candela, dentro de una improvisada carpa que no les resguardó del intenso frío y la humedad, porque no se atrevían a marcharse y dejar la casa a merced del pillaje. «En el año 96 encima del desastre de la inundación llegaron los chorizos y nos robaron», se quejaba Petra Creo, una de las afectadas.

Petra fue una de las pocas que pudo entrar ayer a su casa a empezar a limpiar porque el agua se había retirado de su vivienda. La imagen contraria se veía a unos pocos metros de su porche, en las casas de sus vecinos en las que las bolsas de agua eran tan grandes que hasta los niños jugaban a navegar en una barca atada a la puerta.

Son las dos caras que presentaba ayer la zona rural de Jerez: la de los que habían entrado a sus hogares para quitar el lodo y se echaban las manos a la cabeza por los destrozos, y la de los que aún tienen que echar mano de paciencia y esperar que pasen los días y el Guadalete reabsorba el agua. Eso sí, en lo que coincidían todos es en la angustia ante los avisos por parte de Protección Civil y el Ayuntamiento alertando de que viene más lluvia, que la tierra ya no traga más agua y que los pantanos de la provincia, que están al 85% de su capacidad, tienen que seguir desembalsando.

Chiclana, continúa su lucha

En otros puntos de la provincia, la jornada de ayer se desarrolló de forma parecida. En Chiclana muchas familias se dedicaron a limpiar el agua y el barro acumulado aprovechando el buen día y la bajada del agua.

Zonas como Camino de La Soledad, pinaleta El Pleito o El Marquesado volvieron a estar en el epicentro de las labores de limpieza porque es allí donde la situación es más dramática. Todavía con caminos y carriles anegados, los bomberos apenas realizaron intervenciones relacionadas con la lluvia.