Opinion

Jerez, de moda

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El nombre de Jerez se oye por todos sitios. Figura ya en las principales plataformas digitales y es objeto de apasionados comentarios en tertulias políticas. Por si fuera poco, a los caballos, el vino y las motos se unen otros factores dinamizadores, como se dice ahora, de la vida jerezana. Hace tiempo que lo vengo constatando: Jerez está en el punto de mira, junto con otras afortunadas ciudades y afortunados pueblos de la geografía hispana. Si quieren comprobarlo, asómense y lo verán. No es extraño, por ejemplo, que en Libertad Digital aparezca Jerez y sus problemas económicos, su deuda municipal, su angustiada situación económica y otros productos típicos de la tierra. Ahora le ha tocado el turno a Intereconomía. Ayer, a eso de las nueve menos cuarto de la mañana, en 'Otro gallo cantaría', Jerez fue pronunciado como ejemplo de ciudad sobre cuyo municipio planea un ERTE, además de hacer referencia a los trescientos empleados municipales que sobran en el Ayuntamiento. Como comprenderán, esta mención me llenó de satisfacción. Mi ciudad puesta como mal ejemplo es algo que debe enorgullecer a cualquier ciudadano. A ello se añade la evolución en el conocimiento de Jerez fuera de nuestras depauperadas fronteras. Hubo un tiempo en el que ibas por España y veías vinos y Brandys de Jerez en lugares remotos. Ahora pides un amontillado en tu propia tierra (¡ojo!, que esto ha pasado hace poco), y la camarera te sirve un Pedro Ximénez por toda la cara, y cuando la interrogas con perplejidad te dice que qué vino es ese que se llama amontillado. Ooooleee. Pero bueno, vamos bien. Tranquilidad en las masas que está todo controlado. Eso mismo le dijo la alcaldesa a los trabajadores del Ayuntamiento hace un tiempo, cuando ganó las municipales. Tranquilos que aquí no sobra nadie, que nadie se preocupe, que no vamos a ir contra nadie, que pitos y flautas. Ahora el número de trescientos se alza cuan nuevos espartanos de Las Termópilas dispuestos a resistir hasta la muerte, y entre el ERTE, la crisis, el vino que cada vez se bebe menos y las lluvias y el Ayuntamiento, somos la pera limonera de España entera. Ole, hasta en verso.