Unos avispados comerciantes
Los Herrero, líderes en la venta de zapatos, fueron empresarios adelantados a su tiempo
| JEREZ. Actualizado: GuardarA tenor de cómo Jerez ha ido involucionando, soy uno de los que está completamente de acuerdo con Jorge Manrique cuando dice lapidariamente: «Cualquier tiempo pasado fue mejor». Sólo tenemos que hacer memoria para preguntarnos qué ha pasado con Jerez. Aquél cuya agricultura era capaz de abastecer de remolachas a dos azucareras. O en el que, con los tres hornos encendidos, la fábrica de botellas no daba abasto para suministrar a las más de treinta bodegas existentes en el Marco. O ese Jerez que con siete cuarteles y varios destacamentos militares acogía a más de mil profesionales de los diferentes cuerpos (Artillería, Infantería, Aviación, Caballería, Guardia Civil, Policía Nacional, Sementales Yeguada Militar, etc) a los que si sumábamos a sus respectivas familias, formaba uno de los más importantes núcleos sociales de nuestra provincia, con lo que esto suponía como fuente de ingresos y de inversión para nuestra ciudad.
¿Y qué decir de los conventos? Jerez era una ciudad donde tenían sus casas y ejercían sus ministerios y cultos, las más importantes congregaciones y comunidades religiosas de España. Que para tener teníamos hasta un Banco de España cuya oficina había dado nombre al lugar donde se ubicaba, la plaza del Banco, lo que distinguía y otorgaba prestigio económico a la ciudad. Téngase en cuenta que Jerez era plaza bancaria de primera categoría.
¿Y de la Caja de Ahorros de Jerez qué podemos decir? La que, a pesar de ser la primera de España y de contar con 122 oficinas y sucursales por toda la provincia e incluso en Madrid, y de haber llevado a cabo una extraordinaria labor financiera a favor de Jerez, de incentivar el ahorro (todos aprendimos a ahorrar con la Caja) y por lo tanto a crear riqueza, a pesar de todo eso, como decimos, la Caja se fue al garete defraudando a los cientos de miles de inversores que fidelizados durante décadas quedaron en manos de una entidad desconocida.
Ciudad próspera
Obvia decir que Jerez era una ciudad próspera, la que en las horas punta de la mañana, mediodía y de las tardes, pitos y sirenas cruzaban sus aires de norte a sur y de este a oeste, marcando los tiempos de entradas y salidas a las diferentes empresas, en las que filas interminables de trabajadores hacían cola o salían de los turnos de 24 horas, que para mayor producción mantenían las fábricas y bodegas jerezanas. Ni que decir tiene que este desarrollo y progreso económico redundaba en el centro de la ciudad, donde empresarios de la talla de la familia Herrero decidieron instalar sus negocios, para más tarde comprar fincas conscientes de que calle Larga, Lancería, plaza Estévez y Santa María serían el centro neurálgico de la ciudad, donde, tarde o temprano, bancos y grandes marcas comerciales decidirían ubicar sus oficinas .
Y así fue. Por eso dedicamos este espacio a la familia que hoy nos ocupa. Porque fueron empresarios adelantados a su tiempo, los que debido a su intuición y olfato para los negocios supieron invertir bien, no sólo en la venta de calzado en la que fueron líderes, sino en la gestión inmobiliaria, pues, dado su carácter emprendedor y avispado ingenio, les hicieron llevar a cabo las más interesantes operaciones de compra-venta de inmuebles en la principal arteria local.
La historia de esta interesante familia comienza allá por el año 1939, cuando Agustín Herrero Bombín y Milagros Oviedo deciden dejar su tierra natal, Sanlúcar de Barrameda, que deprimida por la recién terminada Guerra Civil ofrece poco futuro para sus hijos, Pedro, Cristina, Esteban, Agustín y Milagros, con los que aún adolescentes se trasladaron a Jerez para iniciar una nueva vida y un futuro mejor para aquellos muchachos que, a pocos años que pasaran, estarían en edad de trabajar y de labrarse cada uno su porvenir.
Al llegar a Jerez, el patriarca Agustín Herrero buscó un local para poder instalar su negocio, encontrando uno de alquiler, que fue en el que actualmente está ubicado Cortefiel y anteriormente el Banco Central. En este local puso una zapatería que sería el negocio con el que la familia Herrero comenzó su andadura en nuestra ciudad, denominándola 'La P.U.', de la que por aquellos años se surtió todo Jerez, llegando a ser todo un referente.
De este negocio surgieron otros y fueron sus hijos los que ampliaron la red de zapaterías en nuestra ciudad, así como en diferentes pueblos de la provincia de Cádiz. Tal fue el caso de su hijo Agustín Herrero, que sumó a los que ya tenía en Jerez otros tantos en El Puerto de Santa María, Puerto Real, San Fernando. O como lo hiciera Esteban Herrero, gran deportista y hombre dotado de excelente constitución y fortaleza física, quien empleó buena parte de sus cualidades y espíritu de lucha en ampliar sus negocios de ventas de calzado creando riqueza y generando muchos puestos de trabajo en nuestra ciudad. Tal fue el caso de su tienda Calzados Santos, que, ubicada en la calle Honda, abría incluso los domingos y días festivos, llegando a tener hasta quince dependientes para atender al público, cuatro de ellos para recoger el calzado que la gente se probaba, teniendo que recurrir a sus hijos, concretamente a su hija Charo. a la que siendo muy jovencita ponía de cajera. Es de suponer que por la noche se continuaba trabajando ya que había que colocar, ordenar y clasificar todo el género que se había desordenado, así como marcar el recién recibido, preparar los escaparates, etc.
Con su larga historia, la familia Herrero fue la precursora de las modernas tiendas de zapatos que se abrieron en Jerez, en las que, por supuesto, se han calzado la mayoría de las familias locales. Famosos fueron sus zapatos 'Gorila', los que a mediados del pasado siglo estrenaban todos los niños de Jerez a principio de curso. Modelos únicos de cordones, que en negro y marrón unisex eran los zapatos mejores y más fuertes que podían ponerse los chavales de la época. Con ellos jugábamos al fútbol, hacíamos gimnasia e íbamos de excursión. Y los domingos, bien cepillados con crema, íbamos a misa. Con cada par nos daban en las zapaterías de la P.U. y de Santos una pelota verde en cuya superficie estaba grabado el logo con la marca de 'El Gorila'.
Ni que decir tiene que las ventas de aquellos zapatos supuso para la familia Herrero la obtención de pingües beneficios y el espaldarazo definitivo para sus múltiples negocios en Jerez y en la provincia.
No obstante, y como lo que son, gente avisada que goza de un especial olfato para los negocios, los Herrero siempre supieron invertir bien y tanto un hermano como otro, siempre con el fruto de su trabajo, fueron comprando inmuebles que convertían en negocios o que, cuando la ocasión era propicia, se vendían o se alquilaban, por lo que llegaron a tener un considerable patrimonio en fincas y negocios. Tales fueron las zapaterías de Casa Santos, El Bombín, La P.U., La Bota de Oro, Bonanza, etc. así como edificios jerezanos tan emblemáticos como la cafetería La Vega, oficinas bancarias y múltiples casas en la calle Larga, Santa María, etc. cuyos bajos alquilaban o convertían en zapaterías.
La familia Herrero siempre fue muy deportista y debido a su procedencia, Sanlúcar, fueron especialmente aficionados a los deportes náuticos, siendo casi todos expertos navegantes, destacando también en el tenis, actividad que han practicado con asiduidad y entrega o como en el caso del personaje que hoy destacamos, Esteban Herrero, en el atletismo y en el boxeo en cuyo deporte estuvo federado, actividad en la que por su complexión y fortaleza física despuntó.
Esteban Herrero Oviedo contrajo matrimonio con Rosario Alonso Rodríguez de cuya unión tuvieron dos hijos Esteban y Charo. El primero, conocido arquitecto jerezano, y Charo, continuadora de la saga en el negocio de las zapaterías de sus padres quienes fallecieron en este último lustro: Rosario Alonso el 25 de febrero de 2006 y Esteban Herrero el 4 de febrero de 2007.