Juego limpio
Un pacto de mínimos del Gobierno con las minorías y sin el PP sería inaceptable
Actualizado: GuardarLa comisión designada por José Luis Rodríguez Zapatero para explorar acuerdos económicos con los grupos parlamentarios representa un primer gesto positivo cuyos protagonistas deben esforzarse urgentemente en demostrar que la delegación es un medio y no un fin en sí misma. Con todo, la ausencia entre sus integrantes del ministro de Trabajo Celestino Corbacho, explicada por él mismo con el discutible aserto de que la reforma laboral «no será presidida por nadie», relega del abanico de acuerdos un capítulo esencial para la recuperación económica. Porque los grandes temas señalados como objetivo de eventuales compromisos -competitividad, modelo productivo, déficit público y sistema financiero- no podrán desligarse en última instancia de otras decisiones que afecten al marco de trabajo e incluso la reforma de las pensiones y el diálogo social. El plazo de dos meses estipulado como límite para que los ministros comisionados dejen sentadas las bases de determinados convenios parlamentarios impide, en teoría, utilizar la comisión como artificio para ganar tiempo y entretener a la oposición. Pero el Ejecutivo tampoco debería refugiarse en la contribución del resto de las fuerzas políticas a la tarea de respaldar al partido del Gobierno, en un trance tan difícil para la economía española, para diluir su responsabilidad en la orientación de la política económica eludiendo posibles efectos electorales. Tampoco sería aceptable, por muchas dificultades que sea preciso solventar con el principal partido de la oposición, acabar presentando ante la opinión pública un documento de mínimos suscrito exclusivamente por determinados grupos nacionalistas o acompañado sólo con la firma de otras minorías. En ese sentido, Rodríguez Zapatero está obligado a ofrecer al Partido Popular un tratamiento diferenciado y esforzarse para superar los recelos en sus relaciones con Mariano Rajoy con un encuentro al máximo nivel en la Moncloa. Si en justa correspondencia el Partido Popular designa su propia comisión negociadora y ambas partes proceden a realizar un cierto desarme verbal y juego limpio podría albergarse la esperanza de que el clima de pacto que exige la opinión pública puede acabar fructificando en acciones positivas para sacar a la economía nacional de su actual postración.