DOCTOR IURIS

En la cama

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Todo es muy del Cela de Padrón, picante como los pimientos. El tema va de izas, rabizas y colipoterras, que siempre han estado en el acervo español. Paco Umbral - «el maestro» lo llamaba Pérez Reverte con su maldad de fábrica que no necesariamente permite el éxito- decía que Charo López tenía rostro de puta; tan fino él, tan bella ella. También habló del tema el difunto Stieg Larsson en su trilogía 'Millenium', de la trata de blancas, el proxenetismo y la falsedad documental. Viene y va la misma moneda falsa con la que se paga el amor de carretera. Hoy en Cádiz, mañana en Örebro.

Seguro que todo comenzó con una inspección rutinaria de un prostíbulo. Llega la Guardia Civil y pide la documentación al personal. Algo observan, algo ven. Se desencadena así, sin más, la Operación Toscana, que suena un poco a la 'Madama Butterfly' de Puccini, por aquello de la ópera y las geishas. Me parece un sinsentido desbordado de cinismo. No se acude a los prostíbulos para cerrarlos por practicarse en ellos delitos sino que van como quien lleva el coche a la ITV. Allí suele llegar la autoridad -me refiero a la fuerza actuante, no a la política- a comprobar que las trabajadoras del sexo tienen sus papeles en regla. Rusas, brasileñas, extranjeras en general, pueden ser extraditadas a su país sin posibilidad de protesta. ¿Encienden los faros? «Anda, pasa».

Estamos en un país que discrimina positivamente a las mujeres en el que se ha realizado una campaña de sensibilización por el sexismo imperante en los cómics, donde las superheroínas lucen curvas espectaculares. El mismo país que, en una tremenda contradicción, persigue el machismo exacerbado -y lo que ni siquiera es machismo- al tiempo que pide a dos carrillos el alta en la seguridad social para las putas. Trescientos euros al mes si son autónomas.

Y lo más triste no es esto. Lo peor es que la repercusión de la 'Operación Toscana' proviene de la supuesta detención de una señorita, contertulia ocasional de programas rosáceos, supuesta amiga de José Ortega Cano y hermana de otro torero, Juan Pedro Galán. Toreros y prostitutas, una vieja historia. Y si huele a Rocío Jurado, una noticia. Ahí andan los alabarderos de la sobremesa buscando donde hincar la espiocha y, mientras, me doy cuenta de que una vez más ha sonado el gong de la campana en el cuadrilátero de los diputados, cuasi-preludio del K.O. Quién lo iba a decir. Nadie hablará mañana de Rajoy ni de Afganistán. A Zapatero, esta vez, lo han salvado las meretrices. Muchas de ellas, como él, comparecerán en la cama esta noche. Y a la fuerza. ¿Casualidad, una vez más?