
Obama rebaja su cita con el Dalai Lama
Los dos Nobel de la Paz coinciden en que EE UU y el gigante asiático tienen que mantener una «relación de cooperación positiva» Recibe en privado al líder tibetano en la Casa Blanca para no contrariar en exceso a China
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarFuegos artificiales iluminaban ayer los cielos de Tíbet celebrando el encuentro que su líder en el exilio sostenía a esas horas en la Casa Blanca. En contraste, Barack Obama recibió al Dalai Lama casi en la sombra, sin prensa ni declaraciones oficiales con idea de no molestar más a China, para la que el encuentro «dañará la confianza y la cooperación entre los dos países».
Prueba de cuán en serio se lo tomaba el Gobierno comunista es que su embajador en Washington ha tenido que postergar su jubilación durante un mes para ocuparse del asunto. Los analistas temen que, como represalia, el presidente Hu Jintao no acuda en abril a la cumbre de desarme nuclear convocada en Washington.
Pero ni las amenazas de Pekín ni las buenas labores diplomáticas de Zhou Wenzhong evitaron que el monje budista vestido de azafrán cruzara los jardines nevados de la Casa Blanca a las 11 de la mañana (cinco de la tarde hora española). Más tarde hizo lo propio tras las puertas del Departamento de Estado con Hillary Clinton, en una reunión igual de discreta que la de su jefe, pese a que la ex primera dama ya se reunió con el líder tibetano en la Casa Blanca cuando era consorte del presidente.
El Gobierno de Obama tuvo que encajar duras críticas el año pasado cuando le negó su hospitalidad en pro de allanar las relaciones con China, con miras a la visita que Obama realizó a ese país el pasado mes de noviembre. Era la primera vez desde que el Dalai Lama visitó Estados Unidos en 1991 que un presidente norteamericano le desairaba. Incluso George W. Bush le invitó a su residencia privada y más tarde le impuso públicamente la Medalla de Oro del Congreso. A esa irritante ironía se le suma el hecho de que Obama y el Dalai Lama comparten el honor de haber recibido el Premio Nobel de la Paz -el líder tibetano en 1989 y el afroamericano el año pasado-, pero quizás precisamente por ello la Casa Blanca consiguió ayer que bendijese sus esfuerzos diplomáticos para mejorar las relaciones con China.
«El presidente y el Dalai Lama coinciden en la importancia de una relación de cooperación positiva entre Estados Unidos y China», decía el breve comunicado que se hizo público al término del encuentro en Washington. En el delicado equilibrio de cinco líneas en un sólo párrafo, Obama expresaba su «fuerte apoyo a la preservación de la particular identidad lingüística, cultural y religiosa del Tíbet, así como a la protección de los derechos humanos fundamentales del pueblo tibetano en la República Popular China», evitando que sus palabras sirvieran de acicate para el movimiento independentista.
Compromiso de no violencia
De hecho, el presidente aplaudió el «compromiso de no violencia» del líder religioso y «su búsqueda del diálogo con el Gobierno chino», recordando que siempre ha puesto el énfasis en alentar a las dos partes a abordar el diálogo directo y alegrándose por la reciente reanudación de las conversaciones.
China acató el mes pasado el deseo estadounidense con cinco días de conversaciones con representantes del líder tibetano exiliado desde 1959 en la revuelta antichina producida ocho años después de la ocupación. De ellas salió el compromiso chino de invertir 60.000 millones de dólares (casi 41.000 millones de euros) en un paquete de desarrollo económico para Tíbet, en tácita aceptación de que esta región no se ha beneficiado mucho de la vertiginosa expansión china de los últimos años.
En cierto modo las medias tintas de Obama parecían coincidir con la opinión mayoritaria de su país. Según una encuesta de CNN, casi el 75% de la población norteamericana está a favor de la independencia de Tíbet y el 56% tiene una opinión favorable de su líder espiritual. Más de la mitad cree que es más importante para EE UU defender el respeto de los derechos humanos en China que sus relaciones con ese país.
Los estadounidenses también aprueban otro movimiento del Gobierno de Obama que ha irritado a China, la venta de armas a Taiwán por 4.700 millones de euros, anunciada el mes pasado. La operación, que incluye esencialmente misiles y helicópteros, llevó a Pekín a suspender la cooperación militar con Washington.