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Todos contra el Barcelona
El superlativo conjunto catalán es el favorito para un torneo copero que sólo pueden discutirle el Caja Laboral y el Real Madrid
BILBAO. Actualizado: GuardarDesde que murió el sistema de trueque como modo de compra-venta y se acuñó la primera moneda nadie da duros a cuatro pesetas o dólares a ochenta centavos. Menos las modernas casas de apuestas por Internet, profesionales de nadar y guardar la ropa o acumular dinero con la mínima exposición posible. De ahí que el triunfo del Barcelona en la Copa del Rey se pague sólo a 1,65 euros por cada uno invertido. Se trata del ejemplo más contundente de hasta dónde llega el favoritismo del equipo catalán, uno de los bloques más sólidos que se recuerdan en la última década del baloncesto europeo.
El orfeón coral que es el Barça no necesitaba favores externos para confirmar su superioridad teórica en el campeonato que acoge el BEC desde hoy. Y, sin embargo, el sorteo que albergó el Guggenheim actuó como pasto para malpensados. La retorcida leyenda siempre se ha alimentado de bolas calientes o frías para dirigir emparejamientos sin dejar un rastro del 'delito'. Pues a la ACB se le ha ocurrido además este año montar unas pantallas táctiles para establecer los duelos y que salga el sol por Antequera.
En realidad apareció por donde más interesaba a la patronal. Basten dos datos para reforzar a los agnósticos de las rifas: partido entre los dos conjuntos vascos en cuartos y senda expedita a una hipotética final Barça-Madrid si no lo remedia el Caja Laboral. Eso, siempre que el renacido anfitrión no despida a su poderoso vecino, mucho más terrenal -reciente derrota europea frente al Kimkhi y extrema fatiga con el Valencia- sin la advocación cuasi religiosa de Tiago Splitter.
Pocas veces se habrá encontrado el mejor equipo una alfombra roja tan desplegada para alcanzar el escenario donde reposa el trofeo: el defensivo Cajasol para empezar y el vencedor del Valencia-Estudiantes el sábado. Al cuadro de Xavi Pascual le han despejado de un manotazo la opción de medir su enorme potencial con los otros dos aspirantes al título antes de la final. Un verdadero atajo que no requería la máquina azulgrana. Pero, en fin, si la Copa obedece a su caprichoso código genético habría que descartar al favorito (Barcelona), a quien pone la casa (Bilbao) y al último campeón (Baskonia). Sin embargo, casi no se recuerda una jerarquía tan apabullante en las vísperas del excitante campeonato como la actual del Barça.
El grupo de Pascual sólo ha perdido tres de los 33 duelos oficiales hasta la fecha. Cayó durante la primera vuelta liguera en su visita a Las Palmas, en Valencia y por un mísero punto, polémica 'made in caldera Pionir' incluida, ante el Partizán.
El club catalán gana sus encuentros por un promedio de casi veinte puntos porque encabeza el ataque de la ACB (82,1) con la naturalidad de su baloncesto fluido y también la defensa (62,6). Ver la solidaria contención del Barcelona es lo más parecido a admirar una obra de arte. De acuerdo que cuenta con la mejor plantilla de Europa, permiso del Olympiacos solicitado, pero también que su técnico ejerce una autoridad encomiable para pegar tanta pieza de orfebrería. A su estupendo juego interior -enorme acierto las contrataciones de Lorbek y Morris a cargo del maestro Creus- se le unen el mejor combo exterior del continente (Rubio-Navarro) y la conexión entre Ricky y Fran Vázquez, el pívot de las posibilidades infinitas.
Dos escuderos
Así pues, contemplar el majestuoso juego del Barça figura a la cabeza de las prioridades en el BEC para cualquier aficionado imparcial. Pero claro, esto es la Copa, adrenalina pura y alineamiento con unos colores. De ahí que también destaquen el derbi vasco y, de cumplirse el pronóstico favorable al Caja Laboral en ese partido, el enfrentamiento entre los dos escuderos más notables del campeonato: Baskonia y Real Madrid, que llegan a la cita peor de lo que querían.
El cuadro vitoriano rinde honor a su ciudad, la de Heraclio Fournier, por su condición de rey de copas. Este torneo viaja en el ADN baskonista, un club que ha hecho del carácter un eslogan y continúa siempre adelante, sin mirar por el retrovisor a los soldados caídos durante la batalla. Ese sello, su auténtico factor diferencial, sigue causando admiración. Pero el emparejamiento contra el vecino, peligrosísimo a un partido tras su irrebatible triunfo enVistalegre, le llega al convaleciente Splitter justito de calendario. Y el Caja Laboral ya conoce cuán difícil puede resultar la vida sin el pívot brasileño, el mejor poste de Europa cuya anulación deja la suerte en manos del acierto, un componente inestable del baloncesto. De cualquier manera, el Baskonia (segundo ataque y cuarta defensa) siempre parece capaz de todo.
¿De eliminar al Madrid en una presunta semifinal? También, del mismo modo que puede ocurrir lo contrario. Ettore Messina ya ha imprimido su sello por el que los partidos se cuecen a fuego lento para impedir que el adversario alcance el punto de ebullición. El conjunto blanco sólo admite 70,5 puntos por tarde, ha recuperado el juego interior que la entidad había archivado en el baúl de los recuerdos y cuenta con un baloncestista formidable. Jaric es pura materia gris, entiende el juego como nadie y sólo cabe preguntarse por qué ha malgastado su enorme talento durante las últimas temporadas en la NBA. No obstante, el Madrid dejó el domingo entre sus seguidores una sensación preocupante. Se le vio atenazado y escaso de réplica ante los hombres de Katsikaris, protagonistas de la deformación blanca.
Y el resto
Los otros cinco equipos harían de su triunfo en la Copa un argumento para Cuarto Milenio, el programa esotérico de Iker Jiménez, aunque pueden repartir disgustos a las hinchadas rivales. El Bilbao concentra sus esfuerzos en mantener la categoría pese al lustre de su plantel, se ilusiona lógicamente como anfitrión de la Copa y sueña con la Eurocup. En sus filas destacan sobremanera la inteligencia, solidez y compromiso de Banic. Pero tres días son un suspiro y una ventana abierta para soñar. El Valencia, cuarto de la ACB por mérito indiscutible, ha debido romper con la grandeza sin recompensa de la era Roig para mostrar los galones que se le requerían.
Joan Plaza recobra en Sevilla el prestigio de su primera época al frente del Madrid. A través de la defensa ha edificado un Cajasol competitivo, al que le corresponde la 'bicha' de enfrentarse al Barça en la primera jornada. El Joventut tiene el mérito incuestionable de sobrevivir a las permanentes hemorragias internas. Tapa la vía de sangre (salidas de Rudy Fernández y Ricky Rubio en dos años) con más cantera y el tiro de Tucker, insuficiente de acuerdo con la lógica para abatir al Real Madrid. Sólo el hecho de acudir a la Copa confirma la recuperación deportiva del Estudiantes, un histórico al borde del abismo que regresa a su sitio natural, el de las citas importantes. Porque cualquier acontecimiento sin la Penya y el conjunto del Ramiro invita a la nostalgia, a pensar que todo tiempo pasado fue mejor.