EL CANDELABRO

Perita en dulce

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Hace tiempo que sostengo que no podemos censurar el repelente machismo que hay en un hombre duro y castigador sin criticar a la vez a la mujer que lo ha llegado a adorar, precisamente por esos rasgos. Es éste un espinoso asunto, de difícil confesión, en el que todas o casi todas tenemos algo que callar.

No hace falta ser la señora Francis (basta con que una se conozca bien a sus amigas y a sí misma) para tener constancia de esta peligrosa inclinación femenina que a veces nos confunde y nos lleva a ver una personalidad subyugante y arrolladora donde sólo existe arrogancia y chulería barata. Y conste que ahora no estoy pensando en mis amigas ni en mí, sino en la atribulada Ivonne Reyes.

Lo más llamativo de Ivonne, a mi juicio, no es que haya tardado casi diez años en sentir la necesidad de proclamar a los cuatro vientos el nombre del que considera padre de su hijo. Lo más sorprendente, y lamentable a la vez, es que haya estado enamorada prácticamente todo ese tiempo, y en silencio, de un señor (no lo digo yo, lo dice ella misma con la descripción que hace de él) más bien impresentable.

En su confesión mediática, la venezolana comentó que Pepe Navarro (al que reclama la paternidad de su niño, así como una pensión mensual) es seductor y buen conversador, pero también un tipo controlador, celoso y posesivo que llegó a inspirarle miedo. Y resulta que a esa perita en dulce la ha considerado ella hasta hace poco el gran amor de su vida. En fin, tremendo ojo clínico...

Ivonne, por suerte, tras una intensa terapia ha llegado por fin a la conclusión de que amar a alguien así es incompatible con el respeto que se debe a sí misma. La pregunta ahora sería por qué nosotras (más que ellos) tenemos cierta tendencia natural a 'colgarnos' de hombres que en realidad no nos quieren. Para averiguarlo, ¿deberemos someternos también a una prueba de ADN?