LA CASAPUERTA

El Carnaval y la libertad de expresión

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No recuerdo, ni en los peores tiempos del franquismo, que un estamento social con relevancia y poder alzase su voz contra una agrupación de Carnaval motivas por el texto de una de sus letras. Y eso que; precisamente, mis letras eran denunciadas como puños contra el sistema imperante. Denuncias comprometedoras que ponían la carne de gallina y sin pelos en la lengua.

Con la llegada de la libertad, cuestión por la que tanto luchó el Carnaval cuando todos están seriamente amenazadas. El esfuerzo y el trabajo de hormiguita que el Carnaval hizo por la recuperación de la libertad, no han sido valorados en su justa medida y, hoy por hoy, resulta ser un borrón al que hay que sentar en el banquillo por blasfemo. ¡Vivir para ver! Sin utilizar el Carnaval como telón de fondo, es de recibo que cualquier ciudadano normal y corriente, no esté de acuerdo con ciertas actuaciones policiales que, a su entender o por que así fue, sus métodos no son todo lo ortodoxo que una democracia consolidada necesita y exige. No hay que olvidar en ningún momento, porque así es que; quien paga exige. Particularmente, creo que hay otras cosas más importantes y necesarias que defender, y, de ninguna manera, se puede permitir que el Carnaval sea el patito feo y el pagano por una copla esperpéntica. Y recordar que la palabra fascista quien más la emplea y utiliza en este país son los sindicatos. Que nadie se rasgue las vestiduras las vestiduras ni haga apologías de niños buenos que cuando el río suena...