EL MAESTRO LIENDRE

PAN, CIRCO Y MIOPÍA

Retransmitir fútbol cada día sólo es una leve molestia para los que lo disfrutaban

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No creo que se trate de pan y circo, de masas atontadas por un oscuro poder político que programa fútbol a todas horas para anestesiar una presunta conciencia colectiva. A estas alturas, el número de alternativas es tal que resulta ridículo intentar distraer a nadie. Cada uno se alela por su cuenta. El pasado jueves, sin ir más lejos, con tragedias reales, desgracias económicas surtidas y anuncios solemnes de todo tipo, la noticia más vista en los dos periódicos con más tirada era «Indhira abandona Gran Hermano». El pan escasea y el circo nos lo montamos por nuestra cuenta. Da igual que se emita menos fútbol, menos programas de tripas-corazón.

El que quiere refugiarse en el burladero de cualquier memez tiene un millón de ocasiones diarias, aunque le pongan mil noticias de las de verdad ante los ojos. Cada cual elige y ya sabemos hacia donde tendemos, casi todos, por querencia: hacia la enajenación transitoria. Todos tenemos demasiado de todo. El amante del cine nunca tuvo tantas opciones de ver tanto. Canales temáticos, descargas de internet, videoclubes a precios de saldo, DVD de regalo...

El ejemplo del cine vale para los lectores empedernidos, los amantes de la música o los viciosos de los trenes en miniatura. Sea cual fuere la preferencia, nunca hubo tanta opción, gratis o barata, tan a mano. Otro debate sería el del espíritu crítico de cada cual para seleccionar en su negociado de pasión confesable. Por eso provoca carcajadas leer «que los jóvenes hacen botellón porque no tienen alternativas de ocio». El problema actual, ya sea al hablar de alcohol o escultura, es gestionar individualmente la sobreoferta.

Ante esa certeza, resulta difícil entender que cuando se anunció que en este país se retransmitirá fútbol en directo todos los días de la semana apareciera un lamento por los que consideran que ver partidos es algo insufrible. Ellos no tienen ningún problema. Sólo tienen que dejar el televisor o el ordenador apagados. O saber qué canales o páginas deben evitar. Que se dediquen a seleccionar entre el exceso de oferta de lo que les guste. La levísima molestia es para los que adoran el fútbol. Hasta hace unos años, cualquier futbolero confiaba en que cuando retransmitieran un partido, con un ritual horario fijo, fuera un duelo entre grandes de la Liga, una gran eliminatoria de la Copa de Europa... un duelo con rancio abolengo, vamos. Ahora, la inflación de pelotas permitirá que se retransmita un choque por la permanencia de la liga de las Islas Feroe con la misma frecuencia que un choque de la pionera y ejemplar liga inglesa.

Obligan a elegir, a seleccionar, a alternar, lo que siempre es una 'molestia'. Además, es una falta de respeto para los que se abonaron a un canal o pagaron un carné de un equipo. La condición previa era que el espectáculo se programaría entre la tarde del sábado y la noche del domingo. Ahora, a mitad de liga, con el dinero ya entregado, cambian las reglas. Como si miles de aficionados no prefirieran hacer otra cosa los viernes por la noche (aunque no haya final del Falla). Como si nadie tuviera trabajo, horario, como si todo el mundo pasara viernes, lunes y domingo en la misma ciudad, sin nada más que hacer.

No es pan y circo. Es torpe usura. Cortoplacismo miope para ordeñar la vaca hasta matarla y ofrecer tanta leche a los que la paladeaban que acabarán vomitándola, hartos, o rechazándola, sin más. Y encima va el Cádiz y pierde. Un asco.