Jerez

La Chacha, la búsqueda de la historia del Santo Entierro

La Piedad quiere recuperar su propia esencia gracias a la propuesta que se llevará a cabildo a final de febrero

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Hace ya algo más de medio siglo que dejó de procesionar el paso alegórico conocido popularmente como el de la Chacha, que cada Viernes Santo desfilaba con la Hermandad del Santo Entierro y Nuestra Señora de la Piedad. Su verdadero nombre era el de paso alegórico del Triunfo de la Cruz sobre la muerte, donde se apreciaba de manera lúgubre y explícita la figura de la muerte, representada por un esqueleto compungido por la derrota que le impone la Cruz. Si bien en la hermandad están intentando explicar con todo lujo de detalles la historia de este singular paso de nuestra Semana Santa, el historiador Antonio de la Rosa es uno de los que más y mejor han profundizado en la historia de la cofradía de la Piedad, y por tanto, en este tercer paso de la cofradía del Santo Entierro.

Como afirma el historiador jerezano, «Santiago Sebastián en su libro Contrarreforma y barroco explica que la representación de la calavera como la muerte en España proviene de finales del gótico. En esta época aparece en las composiciones de vanitas y sobre todo en las tumbas para recordar a los vivos la brevedad de la vida, la incertidumbre del futuro y la inanidad de lo humano. El motivo del esqueleto era más familiar y popular».

En los archivos de la hermandad del Calvario aparece en un inventario fechado en 1728 el esqueleto y en otro de 1752 la guadaña de plata. Dos referencias ciertas de que lo que pretende la Junta de Gobierno que preside Domingo Díaz es recuperar la propia historia de la cofradía, como ya hiciera con el Duelo en el paso de palio de la corporación.

La historia de la Chacha

Aunque no se sabe a ciencia cierta desde cuándo procesionaba la Chacha en el cortejo del Santo Entierro la tarde del Viernes Santo, Bartolomé Gutiérrez cita en Año Xericience fechado en 1755 un paso de la Cruz, en el cual dice: «Luego que pasan estas Cofradías, sale el Santo Entierro con tanta suntuosidad, como es notorio: hacerse anualmente, si no lo impide alguna inevitable contingencia, y en él asisten las Hermandades, y Guiones de las demás Cofradías; el numeroso acompañamiento de Hermanos, y Devotos, con Cirios; las Comunidades de Belén, Capuchinos, Terceros, Victorios, Carmelitas, Augustinos, Franciscos Observantes, y Descalzos, interpolados, y la de Santo Domingo de Guzmán, que la última. Sigue la Clerecia de todas las Parroquias, distinguiéndose los Sacerdotes en hermosas Estolas, como también en las Comunidades. Viene la Santísima Cruz sola en un Paso, y después el Señor en decente Féretro de cristales, y plata, con cantoneras...».

Esta no es la única referencia histórica que ha encontrado Antonio de la Rosa, ya que también podemos ver que «después de la desaparición de las hermandades de la ciudad en 1771, aparece en un inventario de 1813 en el Archivo Municipal en lo referente a la Cofradía del Santo Entierro como ésta disponía de tres pasos».

Durante los dos siglos en los que procesionó el señalado paso se ha dispuesto en diferentes formas. Desde sus inicios hasta finales de la década de los treinta del pasado siglo el esqueleto iba llevado en una pequeña parihuela cargada por un número reducido de cargadores con horquillas, vestidos con túnicas y bacalao negro, muy parecidos a los cargadores del Cristo de la Expiración. En un reglamento de cuadrilleros y hermanos cargadores de la hermandad fechado en 1926 se señala que «se compondrá de catorce hermanos cargadores el paso de la Virgen y de diez cargadores el paso de la Cruz». Algo parecido a la idea que tiene actualmente la cofradía del Viernes Santo, ya que han optado por renunciar a un paso cargado por costaleros, y apostar por una parihuela pequeña, que lleven ocho hermanos. Similar por tanto a lo que la propia historia ha enseñado a la corporación.

De hecho, la cofradía ha recurrido a estudios en la hemeroteca de la ciudad, que dejan bien a las claras la antigua usanza del paso de la Chacha en Jerez, apoyados en un interesando estudio del ya citado Antonio de la Rosa, que afirmó a este medio que «en 1937, el periódico Ayer con fecha de 18 de marzo informa que la hermandad de la Piedad ha realizado un paso para el Cristo de la Viga, obra del carpintero de Pedro Domecq, señor Asencio. A partir de 1939 la Hermandad lo utilizará también el Viernes Santo como paso para la Chacha. Era de tamaño reducido, para veinticinco costaleros, de tableros de madera oscurecida, muy simple, el cual fue utilizado en sus primeros años por la Defensión, en 1959 por la Buena Muerte y en 1960 por Santa Marta».

El esqueleto de la muerte sentado sobre una roca está realizado en marfil y llevaba apoyada la cabeza sobre su mano derecha, sosteniendo sobre la izquierda la guadaña de plata. Detrás de ella, la Cruz que tiene colgada la Sábana Santa, estando apoyada sobre ella las dos escaleras empleadas por los Santos Varones para el Descendimiento. Dicha Cruz se conserva actualmente en la Sacristía de la Capilla del Calvario. Además el paso ha llevado a veces signos alegóricos como un reloj de arena, el martillo y las tenazas o una bola del mundo. Y es intención de la cofradía recuperar también esta simbología para el próximo Viernes Santo.

En el cortejo siempre figuró la Chacha, y figurará si así lo aprueban los hermanos, como primer paso de la Cofradía del Santo Entierro la tarde del Viernes Santo precedido de un Guión del Santo Sepulcro, presidencia de hermanos mayores y un acompañamiento en cada una de las esquinas del paso. Incluso existe constancia por algunas fotografías de las primeras décadas del siglo XX que alguna vez procesionó el esqueleto a los pies del Cristo del Calvario. Alternativas todas válidas para una corporación empeñada en reconocerse en su propia historia.