Cayetana de Alba, Mar Flores, Ana Obregón y Genoveva Casanova, algunas de las mujeres que han marcado la vida de Cayetano. Abajo, Mónica Hoyos. :: EFE
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Jinete a la fuga

Cayetano Martínez de Irujo, ex campeón de España en Salto de Obstáculos, no puede salvar los que se le presentan en el terreno sentimental

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El próximo 4 de abril cumplirá 47 años y sigue instalado en casa de su madre. Pero no pertenece a la Generación X, ni se trata de un parado de larga duración ni de un gandul irredento. Es Cayetano Martínez de Irujo, conde de Salvatierra, y el lugar donde reside es un apartamento de lujo ubicado en un palacio. Concretamente, el de Liria, en Madrid. Algo casi inexplicable provoca que este jinete olímpico y ex campeón de España de Salto de Obstáculos (lo fue en 2006) no pueda, no sepa o no quiera salvar los que se le presentan una y otra vez en el terreno sentimental. Esa es una pista de pruebas en la que Cayetano parece condenado a estrellarse... Y a quedarse solo.

Se enamoró perdidamente de Mar Flores, pero la cosa acabó fatal. Se casó con Genoveva Casanova, madre de sus dos hijos gemelos, y terminó divorciándose dos años después de la boda. Ahora, se le relaciona con la presentadora Mónica Hoyos, tan soltera como él, pero de nuevo surgen de la nada misteriosos escollos que parecen insalvables. Hasta el punto de que la propia Mónica, tras una romántica escapada al refugio que Cayetano posee en Kenia, ha preferido recoger velas, mantenerse a cubierto y recurrir a la evasiva etiqueta de 'just friends' (sólo amigos), por si acaso.

Alto (1,85 de estatura), apuesto, aristócrata, deportista, rubio, de ojos verdes, Cayetano sería un príncipe lo que se dice azul, si no fuera, porque, según algunos, su difícil carácter lo pone a menudo amarillo. El quinto hijo de la duquesa de Alba pertenece a la generación de Carlitos, el protagonista de la serie 'Cuéntame', sólo que su papá tenía chófer, nunca hizo vida de barrio, ni se iba los domingos de excursión en un '600'. Criado en los distintos palacios que la Casa de Alba tiene repartidos por España, Cayetano se subió por primera vez a un caballo a la temprana edad de cuatro años. Y eso le marcó para siempre.

Una de sus obsesiones es que el mundo de la hípica se popularice y, sobre todo, que a él se le reconozca como el jinete de élite que es y no como el galán de postín que pinta la prensa del corazón. Monta cinco horas al día y, entre eso, el gimnasio, la sesiones de masaje y que compite prácticamente todos los fines de semana, poco tiempo le queda al conde para el amor. Sin embargo, desde que estrenó la mayoría de edad no han parado de atribuirle romances. «Siempre he tenido éxito con las mujeres», reconoce, al tiempo que se lamenta de la fama de donjuán que le persigue. Pero esta contradicción forma parte de su carácter fluctuante.

De temperamento impulsivo, Cayetano es dado a las relaciones pasionales y un punto contradictorias. Con su madre, a la que dice entender muy bien, «porque los dos somos Aries y tenemos un genio vivo», pasa a menudo de la adoración al encontronazo. Y con la prensa del corazón, lo mismo. Un día lo veíamos ensañarse en plena calle con los paparazzi y al siguiente aparecía risueño en la portada de ¡Hola! defendiendo, cual caballero medieval, el honor de su dama (por aquel entonces, Mar Flores). Tan pronto declaraba la guerra al cuché y anunciaba querellas como vendía o al menos consentía vender en exclusiva a una revista su boda con Genoveva Casanova.

Mar Flores y Genoveva, junto con su madre, a la que, según la propia Flores, le une un vínculo casi enfermizo, son hasta el momento las mujeres más importantes en la vida de Cayetano Martínez de Irujo. La tercera sería Ana Obregón, aunque por razones mucho más desagradables. Él le puso una querella que acaba de retirar tras conseguir que ella le pidiera perdón en público por insinuar su implicación en una turbia maniobra destinada a enredar al conde Lequio en un delito relacionado con drogas. Entre sus mujeres favoritas sí figura su hermana, Eugenia, cinco años menor que él. Con la que jugó de niño más que con sus cuatro hermanos mayores. Vestido con el imponente uniforme de maestrante, el duque de Salvatierra ejerció como padrino en la sonada y mediática boda de su hermana en la catedral de Sevilla, el 23 de octubre de 1998. Y aunque aquel rimbombante matrimonio se rompió pocos años después, Cayetano sigue manteniendo una gran amistad con el ex de Eugenia, Fran Rivera. De hecho, (la caballerosidad y la defensa de causas perdidas es otro rasgo dominante en la personalidad del jinete) él fue uno de los principales defensores del torero cuando se le concedió la polémica medalla de las Bellas Artes.

Aquella imagen del uniformado Cayetano entrando en la catedral y lanzándole una mirada cómplice a una emocionada Mar Flores (de mantilla y peineta), parecía el presagio de otra boda de postín. Pero todo quedó en nada. La duquesa de Alba nunca tragó a la aspirante a actriz y la relación hizo aguas poco después de que salieran a la luz unas fotos de Flores con Lequio en la cama. Mar acabaría confesando en un programa de televisión que Cayetano era, sin duda, el hombre de su vida. Pero que (de nuevo por misteriosos motivos) su relación era inviable. Ella terminó casándose con Javier Merino, y él, con Genoveva Casanova; con la que también vivió una historia de amor peculiar. La joven mexicana se quedó embarazada de gemelos (Luis y Amina) cuando ella y Cayetano apenas estaban conociéndose. Él, caballero al fin, aceptó la paternidad y se embarcó en la aventura de formar una familia. Pero tardaron más tiempo en pasar por el altar (2005) que en separarse (2007). Ya en posesión del divorcio, Cayetano volvió a refugiarse en la hípica, hasta que estas pasadas navidades un encuentro con Mónica Hoyos en un partido benéfico de baloncesto y otro en Kenia volvió a situarlo en la diana del corazón. Sin embargo, esa relación, igual que las anteriores en la vida de Cayetano, parece seguir un camino accidentado. Queda claro que la especialidad de este jinete son los obstáculos.