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El viaje más largo de Madiba
Suráfrica celebra el veinte aniversario de la liberación de Nelson Mandela y el fin del 'apartheid'
Actualizado: Guardar«Fue un hito en un largo viaje», explicó Kgalema Mothlante, vicepresidente de Sudáfrica, aludiendo al primer paso en libertad de Nelson Mandela. Ocurrió hace veinte años y suponía el fin de su confinamiento por el régimen del 'apartheid'. El abandono de la prisión de Victor Verster también anunciaba el fin del segregacionismo y la hegemonía blanca, y preludiaba el futuro Estado democrático. Dos décadas después, el país celebró ayer aquel episodio, trascendental para el devenir de su reciente historia.
La ONU ha declarado el próximo día 18 de julio, cumpleaños del carismático Nobel de la Paz, como el Día Internacional de Nelson Mandela, una celebración con sede rotatoria y que en su conmemoración inicial tendrá a Madrid como ciudad anfitriona. El organismo dedica, por primera vez, una jornada especial a un individuo y anuncia que su defensa de valores como la igualdad, la justicia y la reconciliación, avalan dicho reconocimiento.
Celebraciones, mítines y marchas masivas impulsadas por el Congreso Nacional Africano (CNA), el partido del líder, recordaron aquel hecho en todo el territorio. El encuentro más relevante tuvo lugar en Ciudad del Cabo, con la realización de un acto de masas donde, además del citado Mothlante, tomaron parte Trevor Manuel, ministro de Planificación Nacional, y Zwelinzima Vavi, secretario general de la Confederación de Sindicatos, dos grandes personalidades en el escenario público local. Durante dieciocho de los veintisiete años de su reclusión, el líder de la mayoría negra permaneció confinado en el presidio de Robben Island, un islote situado enfrente de la metrópoli costera, y actualmente convertido en museo nacional.
Mandela, de 91 años y ya retirado de la política activa, acudió a la ceremonia de apertura del nuevo curso político, que tuvo lugar ayer en el Parlamento. La lectura del estado de la nación, a cargo de Jacob Zuma, presidente de la república, antecede a la reanudación de las sesiones tras las vacaciones del verano austral. Además del homenaje a la labor de su predecesor, la expectación se centraba en las promesas que incluiría en su discurso el actual mandatario, caracterizado por su tumultuosa vida privada y la permanente sospecha de tráfico de influencias.
Carencias democráticas
La creación de puestos de trabajo, la lucha contra el crimen o el incremento de los servicios públicos concentran las demandas de la población, y a ellas se refirió Zuma, pero también explican las mayores carencias de la joven democracia. Cuando Mandela inició el camino que le llevaría desde la cárcel al máximo poder ejecutivo, tenía el reto de integrar un país dividido por razones étnicas y abrumadoras diferencias económicas.
Veinte años después, Sudáfrica ha llevado a cabo grandes cambios, aunque su situación es compleja y permanecen numerosos desequilibrios. El riesgo de disgregación o, incluso, la amenaza de una guerra interétnica entre zulúes y xhosas fueron conjuradas gracias a la prudente estrategia de Mandela como presidente, pero otros problemas, como el paro y la miseria, siguen enturbiando su futuro.
En su investidura el pasado mes de mayo, el presidente Zuma anunció una política de fomento laboral que auguraba la puesta en marcha de medio millón de empleos antes de fin de año. Su incapacidad para llevarla a cabo ha constituido uno de los mayores reproches en un país con tasas oficiales de paro del 24,3%, aunque las cifras reales podrían superar el 40%. También existen otros grandes retos como la corrupción, las insuficiencias en las áreas de salud y educación, la alta prevalencia del sida y una de las más elevadas tasas de violencia común del mundo, con más de dos millones de delitos graves, 18.000 homicidios y unas 70.000 violaciones anuales, para una población de poco más de 49 millones de habitantes.
En el haber de Sudáfrica se cuentan la aprobación de una Constitución progresista, la instauración de un marco de libertades sin paragón en el continente y las grandes transformaciones sociales experimentadas en tan sólo dos décadas. Fruto del largo viaje de Madiba, tal y como es conocido el político entre los suyos, es la aparición de una nueva clase burguesa negra, formado por tres millones de miembros con alto poder adquisitivo. Favorecidos por las medidas de discriminación positiva, la élite de los 'diamantes negros' está formada por gestores públicos, altos ejecutivos y promotores empresariales.
Para los más críticos, la ascensión de Zuma al poder ha puesto de manifiesto algunos de los vicios de la práctica política. La formación de Mandela ha permanecido en el poder desde 1994 gracias, en buena parte, a una política clientelista y la falta de una alternativa real, puesto que la Alianza Democrática, principal grupo opositor, es considerada un partido de blancos y COPE, surgido el pasado año de la disidencia del CNA, no ha conseguido cuajar como movimiento de masas.