CR9 en el Congreso
¿Qué tipo de democracia es ésta en la que el presidente y el que aspira a serlo no debaten, no se miden, no argumentan?
Actualizado: GuardarSe encienden las alarmas y sólo se pueden apagar desde la Carrera de San Jerónimo. Los políticos son percibidos como un problema, eso dice el último barómetro del CIS. Ahora además los vemos como un problema caro y provocador. Ya lo sé, este debate lleva a otro que es peligroso e indeseable: el de su propia inutilidad. Dicen que hay un reglamento, que trabajan lo que les marcan en los periodos de sesiones, pero lo cierto es que sus señorías se marcharon el 22 de diciembre de 2009 y han vuelto el nueve de febrero de 2010. Hasta ayer, y han pasado cuarenta días, no se habían cruzado las caras Rodríguez Zapatero y Rajoy en el Congreso. ¿Qué tipo de democracia es ésta en la que el presidente y el que aspira a serlo no debaten, no se miden, no argumentan? Claramente hay dos direcciones: la de la calle, urgida por las cifras del paro y la falta de expectativas, y la de nuestros dirigentes, instalados en la bobalicona precisión que marca la indolencia política.
El presidente del Congreso ha mandado una carta a sus diputados recordándoles que el presupuesto de la Cortes es lo mismo que costó Cristiano Ronaldo. Si, ¿y qué? ¿Quién le ha metido esa morcilla a Bono, qué torpe asesor le obliga a argumentar de esa manera? Comparar al Real Madrid con el Congreso es una barbaridad que alguien le puede comprar, y ya verá cómo nos divertimos todos. CR9 es una inversión suculenta para el Real Madrid, un espectáculo, un entretenimiento. La comparación es inútil y provocadora.
Los símiles futbolísticos tienen un problema, y no pequeño. Resulta que los españoles estamos obligados a pagar religiosamente nuestra cuota de abonados al Congreso de los Diputados. No podemos darnos de baja. Así que, por favor, deje a Cristiano Ronaldo en el Bernabeu y hablemos del que tenemos en la Cámara Baja. Puede que alguien recuerde la gran diferencia: a CR9 lo ficharon con una carrera confirmada en el éxito y liderazgo. Mejor lo dejamos ahí, señor Bono.
El popular Esteban González Pons asegura que «es sano y democrático que los ciudadanos desconfíen de sus políticos». Dicho por uno de ellos tiene valor, mucho valor. Lo recordaremos cada vez que alguien quiera convertir el hemiciclo del Congreso en un campo de fútbol, el escaño en reposo, el trabajo de político en un oficio. Desconfiemos sobre todo cuando decenas de diputados y senadores aplauden, todos a una, a un líder falto de respuestas e iniciativas. Por un momento creí que era a Zapatero, pero no, se aplaudían a ellos mismos. Hoy jueves lo sigo creyendo.