Ashton y Barroso, los dos pilares de la nueva Comisión, escuchan la intevención de un parlamentario durante la sesión de ayer en la Eurocámara. :: AFP
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La Eurocámara refrenda la nueva Comisión

El Ejecutivo de Barroso liderará la «Europa global» con el apoyo del 70% del Parlamento

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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El Parlamento Europeo dio ayer su visto bueno a la nueva Comisión de José Manuel Durao Barroso, que desempeñará sus cometidos desde ahora hasta el 31 de octubre de 2014. El escrutinio arrojó 488 votos a favor, 137 en contra y 72 abstenciones, lo que equivale a obtener el respaldo de casi un 70% de los diputados. En 2004, el primer Ejecutivo de Barroso cosechó 449 apoyos, 149 rechazos y 82 abstenciones.

El resultado no fue una sorpresa: en negociaciones previas, Barroso se había garantizado el apoyo de los tres principales grupos de la Eurocámara -populares, socialistas y liberales-, por lo que los votos negativos se iban a contabilizar, esencialmente, en grupos minoritarios de la institución, como verdes, comunistas, extrema derecha y no inscritos, incapaces, por sus propias fuerzas, de constituir un obstáculo significativo para las corrientes principales de la institución. Los euroescépticos se abstuvieron.

A las 9.00 horas comenzó el debate en el plenario de la Eurocámara, con una intervención de Barroso de tintes anodinos, trufada de adulaciones a la institución ante la que comparecía. Dijo que el equipo que preside «está listo para afrontar los desafíos que se anuncian»; que «la situación económica y social reclama cambios radicales en el status quo» y que «la nueva mecánica -institucional establecida por el Tratado de Lisboa- va a proporcionar una nueva dinámica» en la Unión. En cuanto a las prioridades de su nuevo mandato, subrayó que se van a concentrar en la salida de la crisis con la potenciación de nuevas fuentes de crecimiento y cohesión social «para renovar nuestra economía social de mercado». Además, apostó por profundizar en el espacio de libertad y seguridad para «abrir una nueva era para la Europa global». En los planteamientos del presidente comunitario, la Estrategia 2020 que los líderes europeos comenzarán a discutir mañana desempeña un papel central.

Barroso también se comprometió durante su intervención a impulsar el pacto interinstitucional de 2004, que regula las relaciones entre la Comisión y el Parlamento. A través de este acuerdo, la Eurocámara se garantiza la posibilidad de censurar a un único comisario (y no a todo el equipo de Gobierno, como establecen los tratados), aunque Barroso no está obligado a aceptar el requerimiento. Si así fuera, tendría que explicar su decisión a los europarlamentarios.

A Barroso le contestaron en primer lugar los líderes de los grupos parlamentarios. Joseph Daul, por el PPE, pidió proyección de liderazgo europeo a escala mundial, al tiempo que advertía que «la orientación política de la Comisión deberá reflejar el resultado de las elecciones del pasado junio». Martin Schulz, del grupo de los Socialistas y Demócratas, pidió que la Comisión no se vea ahormada a las conveniencias de su presidente y reclamó una Europa fuerte para afrontar los riesgos de bipolaridad en el mundo.

«Fuerza de integración»

Guy Verhofstadt, de los liberales, anunció el voto positivo de su grupo, pero reclamó de la Comisión que actúe «como verdadera fuerza de integración europea». Cohn Bendit, representante de los ecologistas, clamó contra la hipocresía que supone el hecho de que una mayoría de diputados fuera a votar a favor de una Comisión con la que no están de acuerdo. Se ensañó con Schultz, a quien recordó que «todavía no es presidente» del Parlamento, en alusión al pacto con los populares que le garantizaría a los socialistas la segunda parte del actual mandato de la institución. Y el euroescéptico Farage dio la nota de la jornada al señalar que 10 de los 27 miembros de la nueva Comisión tienen un pasado comunista. A lady Ashton, la alta representante para la Política Exterior, le preguntó si cobraba del Partido Comunista británico, a lo que esta, sentada junto a Barroso, contestó con un desdeñoso movimiento de su mano derecha.

El nuevo Ejecutivo comunitario apenas ha sufrido percances en el proceso de investidura. Sólo la primera candidata búlgara al puesto de Desarrollo y Ayuda Humanitaria, Rumiana Jeleva, se vio apeada de sus aspiraciones al cargo por la Eurocámara, que la juzgó mal preparada para ejercer esa responsabilidad. Le ha sustituido su compatriota Cristalina Georgieva, ex vicepresidenta del Banco Mundial. El nuevo colegio de comisarios asumirá sus poderes hoy después de la jura ante el Tribunal Europeo de Justicia.