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Zapatero arenga a sus diputados y senadores para lograr un cierre de filas
El presidente acepta la oferta de CiU para un pacto anticrisis y reclama al PP que piense en «España» y se sume
MADRID. Actualizado: GuardarEl presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acudió ayer al Senado para insuflar ánimos y optimismo a los alicaídos diputados y senadores socialistas después de una semana aciaga en la que el Ejecutivo y el PSOE fueron castigados por los malos datos económicos, los pronósticos de los analistas internacionales, las caídas en los mercados financieros y las encuestas de intención de voto.
Zapatero, en un gesto que no repetía desde el inicio de la legislatura, reunió a los dos grupos parlamentarios al comienzo del curso político y agradeció a sus diputados y senadores el respaldo y la confianza, pero también reclamó «tenacidad y trabajo», y sobre todo, «temple» para aguantar las embestidas que aún darán la crisis y el PP.
Al parecer, y como ocurrió en la reunión del comité federal del PSOE del 30 de enero, logró su objetivo, puesto que la reunión, a la que no falto nadie, terminó con un cierre de filas, con los parlamentarios aliviados por la «seguridad» y «confianza» que percibieron en su líder. Se conjuraron para formar una piña ante los ataques, no realizaron la menor crítica, respaldaron de forma incondicional la gestión gubernamental en todas las intervenciones y jalearon al jefe del Ejecutivo en varias ocasiones con largas ovaciones. El presidente abandonó el salón contento, y se despidió de sus compañeros con un «agradezco infinitamente el apoyo que me dais».
Zapatero, en un largo discurso en el que repasó todas las actuaciones puestas en marcha para paliar la crisis y desgranó las reformas que va a emprender, aseguró a los parlamentarios que, pese al notable desgaste político que reflejan las encuestas, el proyecto socialista es «fuerte, sólido y con mucho respaldo social», y garantizó que el Gobierno tiene un plan de salida de la crisis, «un horizonte claro».
Dijo tener «la certidumbre» de que este año se va a ver la recuperación económica -para la del empleo no dio fecha-, que «va ser sólida» y se logrará con la ayuda de empresarios, sindicatos y con la de todas las fuerzas políticas que quieran colaborar, a las que ofreció «máximo diálogo y entendimiento».
El pasaje más aplaudido fue el que negó un cambio de rumbo del Ejecutivo, reafirmó el proyecto socialdemócrata y aseguró que España saldrá de la crisis, «con sacrificios», pero «fortalecida y preservando la cohesión y la paz social» porque «vamos a mantener nuestras señas de identidad» y porque «debemos procurar que los que tienen más dificultades sean los que menos esfuerzos hagan».
En un guiño a los sindicatos anunció la ampliación de la ayuda a los parados sin ingresos, señaló que van a emprender la reforma de las pensiones, pero con «consenso», dijo que el acuerdo social que negocian con los empresarios será «el mejor aliado de la recuperación» y aseguró que el plan de recorte del gasto público «no tocará ni una sola prestación social ni una política social». Negó que su propuesta de modificación del mercado laboral sea 'light', «como dicen los que les gusta la mano dura». «El documento no es ni duro ni blando, es pacífico para lograr la concertación», añadió.
«Vamos a cumplir»
El tercer mensaje fue para los mercados financieros. Zapatero rebajó la supuesta confabulación internacional contra España a la «existencia de movimientos especulativos» en las Bolsas que se corregirán. El presidente repitió, al menos en tres ocasiones, un mensaje de tranquilidad y confianza que se resume en: «La solvencia de España está fuera de toda duda» y «el plan de reducción del déficit público es riguroso y lo vamos a cumplir».
Los ánimos y palmadas en la espalda matutinas se tornaron en descalificaciones por la tarde. En la sesión de control, el portavoz del PP en el Senado, Pío García Escudero, acusó a Zapatero despilfarrar «la mejor herencia que ningún otro presidente ha recibido», en referencia a las cuentas que dejó José María Aznar, y se mofó de los reproches internacionales que ha recibido el Gobierno por su política anticrisis. «Encienden todas las alarmas, caen las bolsas y cunde el pánico», indicó. «Se acabó la fiesta, seis años perdidos», espetó antes de preguntar: «¿Se da cuenta de lo que ha hecho?». Pese a todo, deslizó que si lo pide, el PP ayudará al Gobierno.
Zapatero acusó al PP de pintarlo todo negro y negarse a arrimar el hombro, incluso de regocijarse con la situación del país, y sugirió a Rajoy que dedique «algo más de esfuerzo a pensar en los intereses de España y algo menos en los suyos».
Las palabras de Zapatero ya apuntaban la mala situación en la que después iba a quedar el PP ante el ofrecimiento de CiU al Gobierno de un pacto de Estado para aprobar las reformas para sacar al país de la crisis. La propuesta la hizo Jordi Vilajoana en nombre del partido, «para recuperar la credibilidad y la confianza internacional», y fue recibida con gusto por Zapatero, que comprometió «la disposición al diálogo del PSOE para llegar a acuerdos» y agradeció a CiU su comportamiento, porque, a diferencia del PP, «escucha».