![](/cadiz/prensa/noticias/201002/08/fotos/1629440.jpg)
Un cajero de acogida para los sin techo
Aseguran que es de las pocas que no cierra con llave por la noche y que por lo menos les sirve para resguardarse del frío en invierno Una céntrica sucursal bancaria es el lugar elegido a diario por numerosos indigentes para dormir
JEREZ. Actualizado: GuardarSon las nueve. En la calle no hace tanto frío como en días anteriores. Tampoco llueve, así que hoy se espera menos gente que en noches anteriores. Hay cinco personas, de momento. Sólo tres quieren hablar con el periodista. Se muestran reticentes al principio, pero acaban soltándose. Se presentan como Curro, Antonio y Paco, aunque el cronista sospecha que alguno ha podido dar un nombre falso. El primero, jerezano de toda la vida, es el que menos tiempo lleva viviendo como un sin techo: 'sólo' siete años.
La escena tiene lugar en el cajero de una conocida sucursal bancaria situada en la céntrica Rotonda de los Casinos. A escasos metros da comienzo la 'milla comercial' por excelencia de la ciudad, una calle Larga que cuando oscurece se queda vacía. Son apenas nueve metros cuadrados de espacio. Una gran puerta acristalada les protege de la calle y les resguarda del frío. Una especie de soportal les concede, además, cierta intimidad.
El lugar se ha convertido en punto de encuentro para numerosos indigentes. Pueden coincidir hasta diez de ellos por la noche. Es su lugar elegido para dormir. Cuentan que allí por lo menos lo hacen «calentitos». Y que tampoco es que tengan demasiadas alternativas: «Es de los pocos cajeros que dejan abiertos en Jerez, los demás los cierran para que no nos metamos dentro», se queja uno.
No tienen hora fija para llegar. Suelen hacerlo cuando anochece, aunque pueden antes si hace mucho frío o llueve. Matan el tiempo charlando hasta que el denominado punto caliente de Cruz Roja llega (lunes, martes, miércoles y viernes) a la Rotonda de los Casinos para repartir bebida caliente, caldo, zumos, leche y algo de comer a lo sin techo y personas sin recursos. Así, al menos, pueden llevarse algo al estómago antes de echarse a dormir.
Hasta las siete
Las noches que el sitio está más concurrido tienen que hacerlo bien pegados unos con otros porque el espacio no da más de sí. Hay ocasiones en las que, incluso, hay quien debe conformarse con dormir en la zona exterior del cajero, ya fuera de la protección del cristal.
Las limpiadoras del banco suelen despertarles sobre las siete de la mañana. Entonces recogen las pocas pertenencias que tienen y que se reducen a unos cartones, una mochila o una maleta y, en el mejor de los casos, unas mantas. Comienza así otro duro día para ellos. Toman un café si tienen algo de dinero suelto y se separan para pedir en la calle.... hasta que anochezca otra vez.
Curro es el menos hablador de los tres. Llaman la atención sus ojos de color azul intenso y su mirada, entre tímida y recelosa. Es jerezano, tiene 52 años y lleva siete en la calle. Asegura que hace «unos meses» que es habitual en este cajero de la Rotonda de los Casinos. «A veces somos cuatro, otras seis y otras más; no hay una cantidad fija, pero casi todos nos conocemos y no hay mal rollo entre nosotros», explica.
Antonio es bastante más charlatán. Dice con orgullo que es jerezano de pura cepa, «de la Merced». Tiene 47 primaveras y lleva en la calle desde que se separó de su mujer, allá por 1995. Ha vivido en Madrid, Zamora, Mallorca, A Coruña... «En media España», apunta. Y hace año y medio que regresó a Jerez.
Paco es al que más le cuesta abrirse con el periodista. Llega, incluso, a mostrar una navaja aprovechando una conversación sobre los peligros que les acechan cada noche. Dice que quiere dejar claro que con él «no se juega». Pero el gesto se confirma como una simple bravuconada poco después, una vez que decide lanzarse a contar su historia. Es italiano, natural de Nápoles. Tiene 51 años y lleva alrededor de 14 viviendo en la calle, al igual que Antonio, desde que se separó. No son tan diferentes. Se supone que nadie lo es.
«Aquí al menos se duerme caliente; además, es de los pocos cajeros que dejan abierto por la noche»
«¿Que por qué no vamos al albergue? Porque allí sólo te dejan tres días y es peor que la cárcel»
«No siempre venimos aquí las misma personass; viene más gente cuando hace frío o llueve»