Opinion

Punto de partida

La reforma laboral necesita tanto del consenso como de su inmediata aplicación

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El documento que, a modo de marco de negociación, trató ayer el Consejo de Ministros para su presentación a las organizaciones empresariales y a las centrales sindicales constituye un catálogo razonado de cuestiones en torno a las que se precisaría adoptar medidas, más que una propuesta de reforma precisa del mercado de trabajo. La elaboración de un texto argumentado de epígrafes, cuyo contenido último está sujeto al previo acuerdo tripartito entre el Ejecutivo, las patronales y los sindicatos, puede constituir un acierto siempre y cuando el diálogo social ofrezca frutos de inmediata aplicación. Puesto que si el consenso representa la condición para un óptimo desarrollo de las relaciones laborales, el doble desafío de la reactivación económica y de la pronta generación de empleo hacen ineludible la celeridad en los cambios. La positiva valoración inicial en la que ayer coincidieron tanto los presidentes de CEOE y CEPYME como los secretarios generales de UGT y CC OO refleja sin duda una preocupación compartida ante el crucial momento que vive la economía española, en tanto que corre un serio riesgo de quedarse atrás respecto a los países que con mayor claridad están asomándose a la recuperación. La revisión dialogada del mercado laboral ha sido pospuesta durante los meses en los que la recesión ha resultado más sangrante, para mostrarse en principio viable cuando la crisis parece tocar fondo, tras la pérdida del 0,1% del PIB estimada por el Banco de España para el cuarto trimestre de 2009. Por eso mismo, no parece razonable que el documento avanzado ayer soslaye la posibilidad de contemplar un nuevo modelo contractual que pudiera contribuir a los objetivos señalados de reducir la temporalidad y estimular la incorporación de los más jóvenes al mercado de trabajo. De todo lo expuesto tras la reunión que ayer mantuvo el presidente con los interlocutores del diálogo social, éste es el aspecto más preocupante, ya que la negativa de los sindicatos a abordar tal cuestión pudiera limitar sensiblemente los resultados del propio diálogo. Es de esperar que, a medida que patronal y sindicatos logren desatascar la negociación del marco salarial en el que se moverán los convenios durante este año y los próximos, la posibilidad de alumbrar un nuevo tipo de contrato indefinido y de uso general deje de ser tabú en la mesa del diálogo social.