El vasallo y el señor
Actualizado: GuardarCEl final de la legislatura del Gobierno del Presidente Rodríguez está siendo una cuesta de enero de año en crisis, o sea, picuda pero hacia abajo. Los enanos crecen y son seleccionados por Los Angeles Lakers en la segunda ronda del Draft. El problema es de marketing. Quien vive de él, muere de él. A ZP rogando pero con el mazo dando. La moderna y acertadísima campaña de diseño gráfico e ideológico del partido socialista le añadió numerosos votos en su urna de la compra. Se acabó la chaqueta de pana para siempre, ahora llegan las ministras de la paridad. Todas igual de guapas, que dijo el filósofo de Dos Hermanas cuyo nombre artístico, y registral, es Manu Sánchez.
A bote pronto cada ministro ha tenido su Sanmartín. La bella Bibiana y su miembra, Mamá Pajín, González Sinde y su SGAE, Carmen Chacón y su jura de bandera en buena esperanza, Solbes y su presupuesto de Dorian Gray. Corbacho y el paro. Más de cuatro millones de posibles ex votantes. Por no hablar de Obama y las hijas de Rodríguez Zapatero, que la cosa se sigue prestando a guasa en esta época de Don Carnal. Pero aún así se mantienen en 'El Álamo' moncloíl cual John Wayne tejano, colt al cinto, escopeta en ristre, rocín flaco y galgo corredor. Tiene su mérito, oiga. De veras que sí. Falta poco para la fecha límite donde las cosas cambiarán o no, dependiendo de la torpeza de la fuerza opositora, el recurrente Rajoy, el perdido Rato, la sexy Soraya y la recia Cospedal. O Doña Espe, la maledicente. El que cae bien a todo el mundo menos a los madrileños es Gallardón, que viaja siempre contracorriente, aunque no haya viento.
Este gobierno nos quiere mosquear y no sé por qué. En un arranque de humildad y sinceridad nos reconviene a trabajar hasta los 67 años para evitar el hundimiento del sistema de pensiones dentro de cuarenta. Y por qué no 69, que es una cifra más apropiada para el acto en sí de obligarnos a prolongar nuestra aportación a esa seguridad social que tarda meses, años, lustros, en darte cita con especialistas y en la que siempre gana la banca. Hasta los 67 años que trabaje la de la Vega, con tos sus, me dice un militante. Yo no sé si estaré dentro de cuarenta años, ni tan siquiera cuarenta minutos, pero tengo una sensación extraña con este gobierno pleno de buenas intenciones y malas decisiones. La misma extrañeza que seguramente tendrán muchos votantes eternos del PSOE en la cercana elección. Son Felipistas, me dice un convencido, tienen que protestar porque quieren volver al mando de las ejecutivas provinciales. No sé si será así o si, por el contrario, habrá gente que simplemente deje de ser buen vasallo.