CRISIS DEL CORONAVIRUS
La Sierra de Cádiz vive su propia desescalada hacia la nueva normalidad
Esta comarca cuenta con una decena de municipios de menos de 5.000 habitantes donde pueden salir a la calle sin cumplir franjas horarias
El confinamiento domiciliario provocado por la crisis del coronavirus y esta primera fase de la desescalada programada por el Gobierno no se sobrelleva igual en todos los lugares de la provincia de Cádiz . No es lo mismo salir a pasear entre los bloques ... de pisos, los vehículos y el asfalto de la ciudad que hacerlo en plena naturaleza respirando el aire puro de la sierra.
A esta sensación de libertad se suma la posibilidad de salir a hacer deporte o dar un paseo a cualquier hora del día, independientemente de ser niños menores de 14 años, adultos o ancianos. Y es que en los municipios de menos de 5.000 habitantes, sus vecinos pueden salir entre las 6:00 y las 23:00 horas sin mirar el reloj, pues no tienen que cumplir las franjas horarias . En la comarca de la Sierra de Cádiz hay hasta diez municipios que tienen el privilegio de vivir de este modo esta primera fase de la transición hacia la denominada ‘nueva normalidad’.
Los poco más de 2.000 vecinos de El Bosque viven su día a día casi como antes de la pandemia. Eso sí, sin el habitual trasiego de los vehículos que se desplazan hasta la sierra de turismo rural. Pese a que en este municipio no se ha detectado ningún positivo por Covid-19, la mayoría de bosqueños salen a la calle ataviados con mascarillas y guantes.
El silbido de los pájaros y el rumor del viento entre los árboles se ha convertido prácticamente en el hilo musical de estos pueblos de la Sierra de Cádiz. Sólo el ruido del motor de algún coche interrumpe de vez en cuando la tranquilidad y el sosiego que se respira por las inclinadas calles de El Bosque.
El reducido tamaño de los establecimientos y comercios del municipio hace que, en la mayoría de ellos, sólo se pueda entrar de uno en uno. Incluso en el supermercado de mayor tamaño del pueblo, sólo se permiten cinco personas en su interior al mismo tiempo.
«Aquí la gente está respetando mucho el confinamiento . Han seguido muy bien todas las indicaciones que les hemos brindado desde el centro de salud. Los vecinos tienen el número de teléfono tanto de urgencias como los nuestros personales, y nos llaman ante cualquier duda o consulta que quieran hacernos. Esperamos que el virus pase de largo aquí», explica Reme, enfermera del Centro de Salud de El Bosque.
Aunque ningún vecino se ha visto afectado hasta la fecha por el Covid-19, la hostelería y la restauración, al igual que en resto de la provincia, también está atravesando una situación delicada. A partir de este lunes tienen la posibilidad de abrir las terrazas al 50%, aunque la mayoría de ellos continuarán con sus establecimientos cerrados. «No vamos a abrir hasta finales de mes, cuando se inicie la Fase 2. Mientras no se permitan los desplazamientos dentro de la provincia no tiene sentido estar abiertos. Aquí dependemos al 90% del turismo. Nuestros clientes son principalmente gente de paso que va para Grazalema, Benamahoma o Ubrique», asegura Eloy Pazos, gerente de la Venta Julián.
«Mientras no se permitan los desplazamientos dentro de la provincia no tiene sentido estar abiertos»
Antonio Gil regenta un restaurante y un hotel que comparten el mismo nombre: ‘El Tabanco’. Él y toda su familia están trabajando estos días en poner a punto ambos establecimientos. Las mesas y las sillas esperan en un salón agolpadas a que todo vuelva a la normalidad. Mientras tanto, realizan trabajos de pintura y limpieza. Incluso el aceite de las freidoras se reutiliza para, mezclado con betún de judea, dar brillo a la piedra del zócalo de la fachada.
Todo este trabajo lo realizan con vista a largo plazo . Y es que este hostelero bosqueño no abrirá el restaurante y el hotel hasta el próximo mes de julio, cuando hayan finalizado las cuatro fases del proceso de desescalada. No le compensaría económicamente hacerlo antes. Gil reconoce, esperanzado, que esta misma semana ha recibido la primera reserva para el hotel de cara al próximo mes de agosto. Un hálito de esperanza de cara a un futuro que, a día de hoy, todavía es incierto: «A ver si al menos podemos salvar los meses de agosto y septiembre».
En la parte alta del municipio, a la orilla de la carretera que une El Bosque y Benamahoma, Juan Francisco Fraidiaz intenta hacer volar una cometa que ha fabricado de manera artesanal junto a su hijo Javier. Además de deportista aficionado, Fraidiaz es el Jefe de la Policía Local de la localidad. Pese a que no se ha detectado ningún positivo en estos casi dos meses, reconoce que hay parte de la población que tiene miedo a salir a la calle: « Hay mucha gente que incluso pudiendo salir ya a la calle, no lo hace . Sobre todo gente mayor que temen un posible contagio».
En Benamahoma reina la calma y la tranquilidad. Incluso se antoja complicado encontrar a personas por las calles a ciertas horas del día. Esta pedanía de Grazalema de 400 habitantes también permanece libre de coronavirus. Su aislamiento natural enclavado a las faldas de la Sierra de Grazalema y la responsabilidad de sus propios vecinos han ayudado a ello. Junto a su pintoresca Plaza de Andalucía hay une pequeña tienda de ultramarinos. « Vosotros por qué estáis aquí? » nos espeta Ana, la tendera.
En esta población se conoce todo el mundo. No cuentan con ningún caso de Covid-19, y es responsabilidad de todos tomar las precauciones oportunas para que todo continúa así. De ahí su interés por conocer la razón por la que dos foráneos caminaban por el pueblo con varias cámaras fotográficas al hombro.
Y es que, de no ser prensa, tampoco seríamos los primeros que se saltasen las normas del Estado de Alarma para desplazarse hasta Benamehoma. «Hace unos días hubo gente de fuera que vino incluso a pasear por el río », explica Ana, quién reconoce que a la población más mayor del municipio les ha costado aceptar esta situación excepcional: «Hay personas de cerca de 90 años, que han vivido la posguerra, a los que les ha costado tener que usar mascarillas, guantes y demás. Es curioso. Después de todo lo que tuvieron que vivir en su día, siguen pensando que esto es algo político, no ven la pandemia».
Precisamente el sendero del Río Majaceit e es uno de los mayores atractivos turísticos con los que cuenta Benamahona. Un camino de unos cinco kilómetros de longitud que une a esta pedanía con El Bosque por la orilla del río. Aunque no está prohibido, las autoridades locales recomiendan no pasear por esta zona ante la imposibilidad de guardar las distancias de seguridad en caso de cruzarse con otras personas. En estos municipios, la naturaleza agradece el respiro que está viviendo. Los patos, por ejemplo, descansan tranquilamente a la orilla del río Majaceite junto con sus polluelos. Algo difícil de contemplar si no fuese por el confinamiento de la población y la escasa afluencia de personas en el entorno.
Entre Benamahoma y Grazalema se encuentra el área recreativa de Los Llanos del Campo. En este paraje ubicado a unos 1.000 metros de altitud es habitual encontrarse familias de pícnic o disfrutando de un paseo por la sierra. Este lugar ocupado habitualmente por personas lo frecuentan ahora a diario un rebaño de 300 cabras payoyas .
«Aquí la verdad que no nos hemos enterado de nada, nuestro día a día es igual que era antes»
«Aquí la verdad que no nos hemos enterado de nada. Nuestro día a día es exactamente igual que era antes», asegura Juan, un pastor que vigila, bajo la sombra de un árbol, a su rebaño. «Durante las primeras semanas, hubo veces que en todo el día sólo han pasado cuatro coches por esta carretera y tres eran la Policía Local, la Guardia Civil y la furgoneta de la persona que reparte a domicilio medicamentos de la farmacia», señala.
«El primer coche que he visto pararse aquí desde el 14 de marzo es el vuestro», nos cuenta este pastor grazalameño que lleva más de 40 años dedicado a su profesión.
La situación en Grazalema es muy similar. Según los datos que ofrece la Junta de Andalucía, en este bonito municipio de la sierra sólo se ha contabilizado un caso de Covid-19 hasta la fecha y fue hace más de dos semanas.
Los vecinos aprovechan para pasear y hacer ejercicio, sin horarios, por las carreteras de alrededor de la localidad. Se puede ver en una misma hora del día a niños, adultos o personas dependientes de la mano de sus cuidadoras. Privilegios de tener menos de 5.000 habitantes. Eso sí, la amplitud de espacios que ofrece el campo facilita el distanciamiento social, algo complicado de cumplir a ciertas horas del día en algunas zonas de la ciudad.
En la plaza principal de Grazalema todo es calma y serenidad. Sólo el transito de algún que otro coche interrumpe una estampa insólita en este municipio. Y es que precisamente este lugar suele estar durante todo el año repleto de turistas en las numerosas terrazas de los bares que aquí se concentran. Durante estos días, ni rastro de actividad. « Esta situación es surrealista . Nosotros ya nos hemos acostumbrado, pero los primeros días impactaba ver la plaza así», reconoce un Policía Local. En el Ayuntamiento de la localidad, las banderas ondean a media asta en señal de luto por los fallecidos por la pandemia.
Un brote de coronavirus podría ser fatal en estos municipios pequeños donde buena parte de su población son personas mayores. De ahí que, pese a vivir la desescalada a un ritmo diferente, más calmado y con mayor libertad, los vecinos son plenamente conscientes del peligro que supone el Covid-19 . Y es que aunque haya comenzado el proceso para alcanzar la ‘nueva normalidad’, el riesgo de contagio permanecerá entre nosotros durante los próximos meses hasta que no se desarrolle una vacuna.