San Fernando
Un día en la vida de un socorrista en Camposoto
Alba relata como es una jornada de trabajando en la supervisión de la playa
Llega el verano y con ello una gran cantidad de gaditanos y foráneos visitantes de manera regular las distintas playas de la provincia de Cádiz. Con sus 285 kilómetros de litoral, y más de 170 playas, Cádiz es uno de los destinos turísticos favoritos para los españoles y extranjeros, predominantemente alemanes y británicos.
La gran afluencia del turismo supone un empujón en la economía del sector hostelero, sobre todo hoteles y restaurantes, también en las distintas tiendas de souvenirs, pero en las siguientes líneas se hablará de otro oficio característicos del verano: los vigilantes de la playa.
Alba trabaja en la playa de Camposoto en San Fernando para velar por la seguridad de todos los bañistas. Para acceder a su puesto de trabajo, esta gaditana tuvo que hacer un curso de socorrista. «Yo lo hice a través de la Federación Española de Salvamento y Socorrismo, creo recordar que fueron 180 horas y tienes que superar unas pruebas y te dan el título».
«Pasas un examen teórico y después tienes que hacer distintas pruebas físicas como nadar 300 metros en menos de ocho minutos, otra prueba de nado en 50 metros, quince metros de buceo y 35 metros de remolque con un maniquí», señala.
Con un maniquí «teníamos que hacer las técnicas de remolque que consiste en cómo llevar a una persona que se está ahogando en el agua y sacarla para fuera». Un curso que «al principio puede suspenderse, pero después te dejan recuperar algunas pruebas, vas practicando y apruebas», por lo que «es raro suspender el curso».
¿Es fácil encontrar trabajo de socorrista en Cádiz? «Depende de donde te vayas». Alba estuvo trabajando el año pasado en Conil, pero «no buscaban a nadie», pero «tengo amigos que están en Alicante y me dicen que están como locos buscando a otros socorristas».
El día a día de un socorrista de playa consiste en «vigilar el agua todo el tiempo, normalmente no suele pasar nada, a no ser que haya uno o días en todo el verano con muchas corrientes, pero por lo general no solemos tener muchos problemas».
Se trata del segundo año de Alba trabajando como socorrista en las playas de la provincia de Cádiz y por suerte «no he tenido que sacar a nadie del agua que se estuviera ahogando».
A través de unos prismáticos «observamos a todo el mundo y vemos sobre todo la forma de nadar que tiene, si vemos que va nadando bien lo vigilamos, si vemos que es un nadador nato, casi profesional, no nos centramos mucho en esa persona, pero lo seguimos controlando», mientras que «si vemos que está nadando y le está costando o le ha pillado una corriente en ese momento nos tiramos sin pensarlo al agua».
En su trabajo usan los mencionados prismáticos, un silbato para avisar a los bañistas, un walkie para hablar con otros compañeros y una lata para tirarse al mar.
«La gran mayoría de la gente es cauta, no solemos tener muchos problemas, pero alguna que otra vez hemos tenido que avisar a algún bañista que se saliera por estar metido en el mar con bandera roja», asegura.
«Nosotros somos lo que decidimos el color de la bandera, valoramos las corrientes y su tira mucho o poco, valoramos las olas que hay y decidimos si es manera amarilla o incluso bandera roja», argumenta.
Relata que «hay ocasiones en las que nos metemos en el agua y vemos lo que tiran las mareas, las zonas más conflictivas porque hay ocasiones en las que ponemos bandera amarilla, pero en algunas zonas las acotamos con bandera roja».
En caso de tener que sacar a alguien del mar «le hacemos la RCP hasta que llegue al médico o enfermero», una circunstancia que por suerte, como cuenta, aún no se ha producido, y en en su segundo año como socorrista confía en repetir.