PLAYAS

Una playa canina enfrentada entre lo positivo y lo negativo

La mayoría destaca el intento por tener la primera zona del litoral de la provincia acotada para perros, pero no comprende las normas

C. Cherbuy

La polémica surgió mucho antes. En el mismo momento en el que el equipo de Gobierno anunció su intención de contar este año con un espacio de la playa de Camposoto reservado para canes. De inmediato las redes sociales se calentaron con mensajes de apoyo y críticas. La sociedad isleña se dividió y la puesta en marcha de las asociaciones de vecinos de más de 2.000 votos en contra, derivó en una encuesta con un resultado ajustado por el sí. Pero con ello no se ha zanjado la discusión, aunque sí han cambiado los argumentos e incluso los defensores y detractores.

Y es que después de abrirse resulta que muchos de los dueños de perros se han mostrado en contra. Agradecen el esfuerzo, pero consideran que se ha fallado en su concepción y puesta en funcionamiento, pues no entienden las normas que se deben seguir para poder disfrutar de este espacio, situado a dos kilómetros del último acceso con servicios de Camposoto.

Ésa es la primera desilusión por parte de los dueños de perros, si bien más de los foráneos, puesto que el anuncio ha corrido como la pólvora por los foros de viajes con mascotas, ya que los isleños sí sabían de la lejanía. Y es que para llegar se sobrepasa la media hora por un sendero que está muy bien comunicado en algunas partes pero muy mal en otras. Los perros no pueden coger por la playa salvo en el espacio habilitado y por ello deben ir por este sendero con varios tramos de arena seca que se hace intransitable a ciertas horas del día. De hecho se llama la atención en esta circunstancias ya que los canes se queman las almohadillas de sus patas.

Al llegar sorprende que el perro tampoco puede estar suelto, sino que en todo momento debe llevar su correa. A excepción de un espacio vallado y acotado, pero de nuevo en arena seca. Es cierto que son más de 1.000 metros, pero los dueños no entienden que en el resto del lugar (otros 5.000 metros) no puedan correr libres.

Por último, y lo que más ha molestado, es que los dueños no se puedan bañar con los perros en el agua. En esta zona está prohibido el baño de los usuarios y por tanto solo pueden entrar los canes, con la condición de tener que llevar puesta la correa.

Muchos son los que han alabado la iniciativa del Gobierno municipal por apostar por esta iniciativa pionera, si bien esperan que haya rectificaciones y se vaya mejorando. Hay quien entiende que incluso vayan atados los perros, pues no quieren que sus propias mascotas se sientan agobiadas por otras, pero no se comprende la limitación de 50 perros y sobre todo el baño.

Todo ello cuando ha habido varias multas por no coger por lugares habilitados por el perro o hacer caso omiso a las normas establecidas. También por el uso sin haberse abierto el espacio. Una medida que generó gran expectación, pero que ha causado cierto sentimiento de decepción, algo que se puede comprobar en los comentarios a través de redes sociales y cómo han variado las decisiones de viajeros, dispuestos s venir a Cádiz, pero que han desistido por las críticas al lugar.

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