CULTURA NAVAL
La mayor expedición científica de la historia de España zarpó de Cádiz en 1789
Al mando de Malaspina, duró cinco años y las corbetas que la llevaron a cabo, la 'Descubierta' y la 'Atrevida', se construyeron en el Arsenal de La Carraca
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El 30 de julio de 1789 partía de Cádiz la ‘Expedición Malaspina’. Compuesta por dos corbetas construidas en el isleño Arsenal de La Carraca , la ‘Descubierta’ y la ‘Atrevida’. Al frente de la segunda, José Bustamante, y de la primera, el hombre que comandaba este ambiciosos viaje, Alejandro Malaspina.
Noble italiano, oficial de la Armada y súbdito de la Corona española, «Malaspina era muy admirador del explorador británico James Cook. Tanto que en honor a los barcos de éste ‘Resolution’ y ‘Discovery’ bautizó a las corbetas de su expedición ‘Atrevida’ y ‘Descubierta’», explica la directora técnica del Museo Naval de San Fernando, Dra. Alicia Vallina .
-kCoC--510x349@abc.jpg)
La expedición era de carácter científico y político . En el primero entraban realizar levantamientos cartográficos, estudios etnográficos y de historia natural o informes sobre tráfico portuario y comercial. Respecto a lo segundo: comprobar el estado del Imperio español, con el rey Carlos III a la cabeza, y de la población de las colonias.
Para ello «Malaspina reunió a un grupo importante de científicos », explica la Dra. Alicia Vallina, delante de la maqueta del Arsenal de La Carraca en la que se muestran los diques en los que se construyeron la ‘Descubierta’ y la ‘Atrevida’. Algo más de 200 seleccionados tripulantes, entre ellos tres naturalistas (Antonio Pineda, Tadeo Haenke y Luis Neé), seis dibujantes y un cartógrafo.
Durante los cinco años que duró la expedición recorrieron la costa americana: Montevideo, Malvinas, cabo de Hornos, Concepción, Santiago de Chile, América Central y México, llegando hasta Alaska. Desde Acapulco las dos corbetas partieron hacia el Pacífico pasando por Nueva Zelanda, Australia y Filipinas. Regresaron al puerto peruano del Callao y de allí doblaron el Cabo de Hornos, arribando en Cádiz el 21 de septiembre de 1794.
Descubrieron más de 300 especies

« Recogieron cantidad ingente de información y material », detalla la directora técnica del Museo Naval isleño, ya que llevaron a cabo observaciones astronómicas, geográficas, etnológicas, lingüísticas botánicas, zoológicas, cartográficas y de exploración. Además, realizaron informes económicos, levantaron un mapa del imperio hispánico y elaboraron una gran cantidad de cartas hidrográficas. «Se descubrieron más de 300 especies de animales y plantas y trajeron muchas semillas, la mayoría de ellas está en el Jardín Botánico y en el Museo de Ciencias Naturales», detalla la Dra. Alicia Vallina.
Todas estas nuevas especies quedaron reflejadas en los dibujos de la expedición que, junto con el diario de Malaspina, se conservan digitalizados en la Biblioteca Virtual del Ministerio de Defensa. «Cuando llegaron Malaspina intentó que todo el material se publicase pero la situación en España era muy convulsa», cuenta la experta. «Manuel Godoy se había hecho con el poder y Malaspina participó en un complot para derrocarle, fue descubierto, juzgado y condenado en el castillo de San Antón (La Coruña). Pero Napoleón intercedió por él y consiguió que lo desterrasen a La Toscana , de donde el marino era natural».
Por su parte, José Bustamante se convirtió en 1804 en comandante de la flotilla en la que se encontraba la fragata ‘Mercedes’. Respecto a las corbetas, «la ‘Descubierta’ siguió utilizándose hasta 1828 y la ‘Atrevida’ volvió a Montevideo, donde fue desguazada», explica la directora técnica del Museo Naval. Pese a que entonces los materiales de la expedición se dispersaron hoy, con éstos archivados y conservados, podemos disfrutar de una de las mayores aventuras científicas de la historia mundial, que lleva sello gaditano.