SAN FERNANDO
Denuncian discriminaciones por la «falta de accesibilidad»
La plataforma AICA pide al Ayuntamiento «más implicación» y la concesión de un local para llevar a cabo sus proyectos
«A mí me dijo un inspector de autobuses de Transportes Comes que llamara sobre las 06.30 de la mañana para saber qué autobuses adaptados iban a pasar por mi línea, en lugar de que todos los transportes fueran aptos. Falta mucha empatía y concienciación». Denuncias como esta son una constante en San Fernando. La Asociación Isleña por la Ciudad Accesible (AICA) nace en 2015 con el fin de mejorar la calidad de vida de todas las personas a través del fomento de la accesibilidad universal, la usabilidad y el diseño para todos. «Queremos sensibilizar y concienciar a la sociedad y a las instituciones en la importancia de la igualdad de oportunidades y de derechos», dice María del Carmen Marrugal, la presidenta de la entidad sin ánimo de lucro. En estos cinco años, la organización ha reclamado diversas incidencias que afectan a ciudadanos con problemas de accesibilidad en este municipio.
Una iniciativa que se extiende más allá de las personas que, por motivo de enfermedad o accidente hayan perdido una parte o la totalidad de la movilidad. «Englobamos a todos, los jóvenes también envejecen». Piden la creación de entornos urbanos responsables y accesibles que fomenten el envejecimiento activo, para que las personas mayores no tengan que «vivir recluidos» en sus hogares. Para hacer más fuerza en sus reclamaciones ante los diversos organismos públicos a los que han hecho llamamientos en estos últimos años, AICA forma parte de la Federación Gaditana de Deportes, Capacitación, Accesibilidad Universal y Diversidad Funcional (DECADI) y actualmente cuentan con más de 100 ciudadanos afiliados a su asociación.
Comercios y edificios públicos
Uno de sus objetivos principales es hacer visible la realidad y las «discriminaciones» que se producen por la falta de espacios, productos o servicios accesibles para la ciudadanía. Para AICA, San Fernando no es una ciudad totalmente accesible. Donde encuentran las mayores dificultades es en los comercios y en los organismos públicos. «En el propio Ayuntamiento es visible el problema, no hay rampa de acceso, dependemos de que funcione un elevador. En caso de que no funcione, se debe avisar a un funcionario, que salga de su puesto de trabajo y que nos ayude a entrar», explica José Torrejón, afiliado de AICA. En los establecimientos se sienten personas ‘non grata’, «hemos intentar contactar con la Asociación de Comerciantes de San Fernando (ACOSAFE) para que les transmita a los dueños de los negocios que se conciencien en ser accesibles, pero no se han dignado en respondernos », cuenta Juan.
Los transportes públicos también centran todas las miradas de esta asociación. Por un lado, la rampa que sube el puente de Bahía Sur y da acceso a la estación de tren es considerada por AICA como «peligrosa, con demasiada pendiente e imposible de subir con seguridad cuando llueve», Junto a ello, hacen un llamamiento por la persistencia de fallos y averías en los ascensores. Además reclaman más asientos para personas con movilidad reducida en cada vagón. Por otro lado, denuncian la poca frecuencia de autobuses adaptados, así como los tiempos de espera entre uno y otro, «transcurren más de tres horas para poder subir a un autobús».
Sin local
Según AICA, las administraciones y organismos públicos no están lo «suficientemente concienciados», dice su presidenta. «Piden a los establecimientos nuevos el cumplimiento de una serie de normas, entre ellas de accesibilidad, pero luego no revisan el funcionamiento una vez inaugurado». Una vez al mes, esta asociación se reúne con Claudia Márquez, concejala de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de San Fernando, para trasladar «lo que vemos peor en nuestra ciudad» en materia de accesibilidad , dice María del Carmen.
También piden que, antes de aprobar un proyecto de urbanismo, les tengan en cuenta para valorar la accesibilidad del mismo. «A nosotros no nos apoyan en nada, se nos ha prometido muchas cosas pero luego, a la hora de la verdad, no aparecen esas ayudas». AICA lleva dos años pidiendo un local al Ayuntamiento, ante la imposibilidad de afrontar el pago por parte de la asociación. Actualmente, sus reuniones se producen una vez en semana en un espacio proporcionado por la Iglesia San José Artesano. «El cura nos cede ese sitio a nosotros y a otras entidades, pero con un horario determinado, ahora en fiestas no podemos reunirnos», cuenta José.
Sin un local propio, AICA no puede ni pedir ni recibir subvenciones, como la reciente convocatoria de ayudas a organizaciones, sin ánimo de lucro, que desarrollen servicios sociales en el municipio. Del mismo modo, tampoco pueden realizar sus propios proyectos o talleres , como un posible curso de lenguaje de signos que planean llevar a cabo junto a la asociación Integración Mujeres Sordas del Sur.