Las banderas de Escocia y del Reino Unido ondean en Gretna, frontera con Inglaterra./ AFP

La imposible batalla contra el crono del nacionalismo escocés

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El próximo 18 de septiembre Escocia decidirá sobre su independencia del Reino Unido. Tras más de tres años de campañas y consultas un ligero repunte del voto positivo no parece suficiente para variar la tendencia general. Alex Salmond y su plataforma 'Yes Scotland' viven inmersos en una intensa carrera contra el crono para evitar la permanencia escocesa bajo el amparo de la ‘Union Jack’, como ocurre desde 1707.

El entusiasmo inicial, tras la mayoría absoluta del Partido Nacional Escocés en las Elecciones al Parlamento Escocés y la convocatoria del referéndum en 2011, elevó la tendencia secesionista un punto porcentual por encima de la opción unionista, según un sondeo de opinión del Herald de agosto de ese año. No obstante, a lo largo del último trienio la diferencia en las encuestas se ha situado de manera general por encima de los diez puntos porcentuales en favor del ‘no’. Ahora, a escasas semanas del referéndum, un ligero repunte de la intención de voto nacionalista ha conseguido situar esa distancia en un 9% según The Guardian. Un empuje final que no obstante, parece insuficiente.

El ‘si’ a la independencia cuenta actualmente con el respaldo mayoritario del territorio escocés, algo que no se refleja en su población. El norte y centro de Escocia son tradicionalmente independentistas. En las Tierras Altas de Escocia, las bucólicas Highlands, se conservan en gran medida las tradiciones, la cultura de clanes y la lengua gaélica. Esta región abarca casi un 70% de la superficie escocesa pero se encuentra prácticamente despoblada.

Por el contrario, las grandes ciudades como Edimburgo o Glasgow, centros financieros e industriales que cuentan con más de la mitad de la población, son mayoritariamente laboristas y partidarias de la Unión. El hecho de pertenecer a un Estado fuerte que favorezca el desarrollo industrial y los flujos comerciales inclina la balanza en las grandes urbes de Escocia. Por su parte, el sur, conocido como los Borders (fronteras), cuenta con un generalizado apoyo conservador y un amplio sentimiento de identidad británica.

Los sectores de población de mayor edad, así como los más jóvenes, se decantan por la independencia, que encuentra su particular talón de Aquiles en el sector demográfico de mediana edad. El nacionalismo arraiga en las clases populares pero genera rechazo entre las altas, que ven la independencia como un factor de inestabilidad y riesgo financiero. Todo un muro en el camino del proyecto de Salmond a menos de un mes para el referéndum.

Se puede decir aquello de que todo apunta a que el emotivo 'Flower of Scotland', la fiera canción que rememora los gloriosos días de William Wallace frente al orgulloso ejército de Eduardo I de Inglaterra y su ocupación del territorio escocés, quedarán relegados por el momento a causas como el popular rugby y su templo escocés de Murrayfield.