Nadal apaga a Bautista

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Lo que se presentaba como una semana complicada para Nadal se ha convertido en el enésimo éxito del español. Ha sido todo un triunfo porque ya está a las puertas de revalidar su título de campeón del Masters 1.000 de Madrid después de haber caído en cuartos en sus dos últimos torneos. Y todo tras pasar otro examen, este último ante Bautista con menos nota que ante Berdych, pero solventado con solvencia. De nuevo sin ceder un solo set (6-4 y 6-3), el de Manacor buscará cuarto título en la capital española. «Creo que durante el torneo he ido jugando cada día mejor. Aquí me he ido encontrando. Estoy muy contento», explicó Nadal a pie de pista.

Y eso que el crecimiento del pupilo de Toni Nadal, que se había intensificado ante Berdych, se paró en seco en el inicio del duelo ante Bautista. El número 45 del mundo se lo creyó. El de Castellón, a diferencia de lo que hizo Andújar el año pasado, salió a jugar sus cartas. Su mano no era ganadora. Eran esas cartas con pocas opciones para el triunfo, pero las posibilidades aumentaron en el ecuador del primer set. Después del ‘break’ inicial a favor de Nadal, Bautista le devolvió la moneda e igualó el partido a tres.

No estaba a gusto el balear. Incomodado por los golpes planos del castellonense, sufría para encontrar su derecha. La gran revelación del torneo luchaba de tú a tú con el número uno del mundo desde el fondo de pista. «Roberto está teniendo una progresión impresionante. Cada vez lo hace mejor», aseguró el primer cabeza de serie del torneo.

Sin embargo, Bautista, que jugó la primera semifinal de su carrera en un Masters 1.000, se encontró con lo habitual: una rotura del balear cuando este peor estaba. Un hachazo en forma de ‘break’ como contestación a las dudas en el juego y en el marcador, que volvió a decantarse a su favor. Así terminó el set, manteniendo cada uno su servicio. Finalizó para Bautista con esa extraña y clásica sensación en los partidos de Nadal: el haber jugado un gran primer set y haber perdido.

En la pista estaban luchando dos jugadores españoles. En la grada, solo existía uno. Por cada ‘¡Vamos Bautista!’ resonaba una infinidad de ‘¡Vamos Rafa!’. Cosas de ser el número uno del mundo. Una grada que no estaba llena a pesar de ser unas semifinales del torneo más importante que se disputa en España. Quizá pueda influir que la entrada más barata para la central costase 75 euros.

Sin el lleno pero con buen ambiente, el segundo acto empezó como terminó el primero: con Nadal mejorando. Esa mayor soltura le permitió soltar manotazos sin tanto miedo. Y otra vez a las primeras de cambio consiguió la rotura de servicio. Las dudas iniciales habían desaparecido. Con el piloto automático puesto en su derecha, Nadal se propuso seguir evolucionando en su juego y buscar sensaciones.

Ese proceso de mejora, que se aceleró ante Berdych, y que se había estancado en el primer set, estaba ya reactivado. Las rápidas y decisivas piernas de Bautista no eran suficientes para torpedear al vigente campeón. La reactivación duró hasta el 4-0 a su favor. Después de estar lanzado anímicamente y con una clara mejoría en su tenis, los nervios aparecieron. Fueron tres juegos en los que Bautista se liberó. Si tenía que morir, que fuese a lo grande, soltando el brazo. Y eso fue lo que hizo. Empezaron a caer ‘palos’ de todos lados. Tres juegos en los que Nadal no pudo reaccionar. Sin embargo, el partido volvió a nivelarse. Es decir, volvió a entrar en territorio del balear, que se enchufó de nuevo y cerró el partido. «Lo importante es estar en la final, la forma es menos importante», resumió el vigente campeón de Madrid.