El Madrid despeja el camino del Barça
Actualizado: GuardarUn cabezazo del colombiano Osorio a cinco minutos del final dio un vuelco al campeonato porque deja al Real Madrid virtualmente eliminado de la lucha por el título y permite al Barça la posibilidad de ser campeón si gana los dos partidos que le restan, sin necesidad de pensar en que un triunfo ante el Atlético pudiera poner en bandeja el éxito a su eterno rival. Días después de echar el cierre a la temporada, los culés dependen de sí mismos. Y en la zona baja, el Valladolid toma oxígeno, supera a Osasuna e iguala a puntos con Getafe y Almería.
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Sin brillo, fatigado y muy timorato, el Real Madrid quiso agarrarse a un gran lanzamiento de falta de Sergio Ramos en el primer tiempo y pagó muy cara esa estrategia. Es cierto que su equipo tenía mala pinta, pero Ancelotti contribuyó al naufragio con dos cambios tan defensivos como el de Illarramendi por Isco y, sobre todo, el de Marcelo por Benzema. Ese tic italiano en pos del equilibrio seguramente destrozó esta vez al Madrid, preocupado por el resultado y por los problemas físicos de Cristiano, Pepe y Di María.
Cristiano Ronaldo tuvo que abandonar el campo enseguida por sensaciones musculares extrañas. Apenas le había dado tiempo para intentar una jugada personal en la que perdió el balón después de un par de regates. Nunca se había retirado en el primer tiempo desde que juega en el Real Madrid y la cara de Carlo Ancelotti era un poema porque la final de la Champions está a sólo 17 días vista y este tipo de dolencias son traicioneras y recurrentes. El astro portugués había sentido molestias en el bíceps femoral durante el último entrenamiento celebrado en Valdebebas, pero decidió alistarse en Pucela. No quería dejar solos a sus compañeros en un día clave.
Cristiano es un portento físico y no entiende por qué se rompe. Se cuida al máximo, se alimenta bien, tiene una musculatura extraordinaria y considera que las lesiones no van con él. Pero jugar cerca de 70 partidos al año y ser explosivo desgasta también a los privilegiados. La ausencia del crack de Madeira, oficialmente sólo por una fatiga muscular que le hizo prevenir, se sumaba a la de Bale, el otro puñal del equipo, y ponía al Madrid en dificultades ante un adversario al que le iba la vida.
Los pucelanos comenzaron de maravilla. Daban bien el primer pase, superaban la tímida presión de los madrileños y se incorporaban bien por las bandas. Peña puso un centro magnífico que cabeceó desviado Javi Guerra, futuro jugador del Cardiff galés, completamente libre de marca. Se libró Iker Casillas, que volvía a ser el guardián de su equipo en Liga casi 16 meses después de su última aparición en Valencia. Ancelotti le alineó para que adquiera ritmo de partidos pensando en la final de Lisboa, pero el mostoleño apenas se vio exigido en toda la noche hasta que encajó ese gol cerca del final.
Sergio ejerce de Ronaldo
A pesar de las ausencias, el Madrid fue creciendo de forma paulatina en el primer período porque aumentó el ritmo, la intensidad y la presión alta. Su dibujo se hizo más versátil y Di María ayudó más a Nacho. Xabi Alonso comenzó a manejar el tiempo y los espacios. El dominio de los visitantes se incrementaba, pero tampoco Jaime se veía obligado a intervenir. Al equipo de Juan Ignacio Martínez apenas le duraba ya el balón y le faltaban osadía y personalidad para irse hacia arriba y poner en aprietos al Madrid, pero se colocaba bien cerca de su área. Por algo sólo Athletic, Atlético y Osasuna han ganado este curso en Zorrilla.
Emergió entonces la figura imponente de Sergio Ramos, que ya suma 400 partidos con el Madrid. Primero, intentó un remate de chilena; luego, un remate casi de coronilla; y a la tercera, marcó un golazo de falta, aunque quizá Jaime pudo hacer algo más porque el balón iba con fuerte pero bastante centrado. Sabido es que lanza bien los golpes francos, pero los galones mandan. Por eso es sólo el segundo gol así de su carrera, tras el firmado con la selección frente a Panamá.
El de Camas marcaba por cuarto partido consecutivo, ejercía de Cristiano y acudía al banquillo para festejar su diana con el amigo portugués y levantar su estado de ánimo. Tímida dedicatoria también para su hijo Sergio, recién nacido. Cerca del descanso, el omnipresente Ramos cabeceó fuera un balón bien tocado desde el córner por Di María, quien a su vez lo intentó de volea lejana. Hasta ese gol de Osorio, mal vigilado por la zaga merengue en una jugada de estrategia, laa segunda parte parecía un quiero y no puedo del Valladolid, agarrotado por su agónica situación, y un jugar con fuego del Madrid, sin destreza con el balón y sin llegada. Ancelotti lanzó un mensaje pésimo con los cambios y su Madrid cierra casi la persiana en el torneo de la regularidad.