El Atlético mantiene su liderato con agallas

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El Atlético de Madrid ha alargado la mano para atrapar la Liga. Después de la derrota de su último perseguidor, el Barcelona, el equipo rojiblanco prosiguió con su pisada segura para alcanzar el título local. En Getafe, lo logró con una mezcla de sus habituales recursos: agresividad, firmeza en defensa y un arma letal a balón parado, aunque con un susto por la lesión de Diego Costa. El encuentro circuló sin rumbo, sin dominadores y con mucho apretar de dientes y cerrar de puños hasta que Godín encontró el error esperado en una mala salida de Codina en la segunda jugada de un saque de esquina. Después, sólo el contratiempo del hispano-brasileño alteró la sonrisa de los de Simeone.

No obstante, el triunfo sobre el antepenúltimo de la Liga se labró en cada brizna del césped porque ninguno de los dos equipos frenó en su empeño por mantener la posición. De hecho, la agresividad se transformó en provocación y hasta en cólera. Villa fue el más señalado en este aspecto, puesto que sus codos volaron en un saque de esquina y después también lanzó un brazo a Juan Rodríguez que sólo se saldó con tarjeta amarilla para el Guaje. Antes, el sospechoso habitual, Diego Costa, había detenido el avance del mismo jugador del Getafe con el codo en ristre.

Además del rechinar de lanzas y del choque de armaduras, el partido apenas tuvo algún momento dedicado al esférico, aunque ocurrió como siempre para los rojiblancos, con el balón parado como inicio. Primero, Godín obligó a que Codina se luciera en un cabezazo a sus pies en un saque de esquina y 20 minutos después ya pudo sorprender al guardameta rival cuando el complicado contraluz del Coliseum Alfonso Pérez ya no era una dificultad.

Conseguido el tanto inicial, el que suele permitir al Atlético retirarse a su guarida, el nuevo empuje del Getafe contribuyó a que regresara el bronco duelo de fuerzas. En la segunda mitad, el antipático juego se extendió con las correspondientes interrupciones. Sin centro del campo, el duelo de luchadores con golpes, choques, codos en el aire y rodillas en salto se enredó en un tornado. Pero el destino de ambos conjuntos depararía escenarios muy diferentes: mientras que los nervios oprimieron a los locales, los rojiblancos regresaron a su zona de confort.

Simeone colocó a su contingente a la distancia necesaria para evitar cualquier descuido y el Getafe sólo pudo responder con las mismas armas. Pero aunque el guante de Pedro León suministró algún buen centro la figura de Courtois volvió a ser decisiva ante el omnipresente Juan Rodríguez.

Para facilitar la tarea del líder, Lafita agarró de manera clamorosa a Miranda en un saque de esquina, fue expulsado y concedió al Atlético la posibilidad de la sentencia. Sin embargo, Codina enmendó su error de la primer período al detener el lanzamiento de Diego Costa y aguantar las posibilidad de esperanza para los del sur de Madrid. Pero lo único que pudo aportar el Getafe al final del partido fue otra sucesión de choques producto de su propia rabia y de la tensión de un partido en condiciones de agonía por las aspiraciones de ambos equipos a seis jornadas del final.

Por otro lado, el regreso de Diego Costa resultó desgraciado no sólo para sus marcadores. Minutos después de que fallara el penalti se lanzó con el alma para anotar el segundo gol y su ímpetu sin freno le llevó a golpearse contra el poste. Resultó incluso simbólico que el hispano-brasileño se marchara del campo con un gol y una herida por culpa de su ambición y de sus agallas.

Cinco partidos le quedan al Atlético de Madrid para ser campeón de Liga. Por el camino también tendrá una semifinal de la Liga de Campeones contra el Chelsea y con Costa sólo magullado. Pero ahora el colchón rojiblanco guarda cuatro puntos de ventaja (tres y la ventaja del ‘goalverage’ en caso de empate en la clasificación) sobre un Madrid irregular y sobre un Barça en depresión que les recibirá en el Camp Nou en la última fecha. Para entonces, puede que el conjunto edificado por Simeone a base de pizarra y adrenalina ya sea campeón de Liga si mantiene sus constantes vitales y sus principios se conservan su eficacia.