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El Madrid también golea sin Cristiano

Illarramendi marcó el primer gol al aprovechar un despeje de Bravo

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De menos a más, desganado en principio tras las ramplonas victorias del Atlético y del Barça que dejaron tocado su ánimo, pero muy mejorado con el paso de los minutos, consciente de que la de Anoeta era una final en su lucha por la Liga, el Real Madrid tampoco falló ante la Real Sociedad para no descolgarse de la cabeza y demostrar que, con tanta contundencia ofensiva, está dispuesto a plantar batalla hasta el último momento. Aunque sin Cristiano Ronaldo el equipo blanco sea muy distinto, el Madrid también gana, e incluso juega muy bien y golea sin su astro y máximo artillero, porque cuando el conjunto de Carlo Ancelotti se pone serio, decide mandar y le pone ambición, como hizo durante todo un segundo tiempo notable, es muy difícil, y en casi todos los casos imposible, sorprenderle en el campeonato nacional.

En la que se suponía era su salida más difícil de aquí al final de temporada, el Madrid tardó en recuperar las buenas sensaciones, pero cuando lo consiguió, a base de fútbol, de toque y pegada, volvió a mostrarse demoledor y lanzó una advertencia a sus dos enemigos, para que no se descuiden. Con la ausencia de Cristiano, que tantísimo intimida y tanto miedo inspira en los rivales, el Madrid tuvo que olvidarse del juego directo y dedicarse a combinar, a dominar con el balón y a pasar por encima de una Real que en los primeros minutos prometía mucho, pero se fue desinflando hasta desaparecer a manos de un conjunto poderoso. Sin individualismos, sino con actitud colectiva, reflejada en goles marcados hasta por cuatro futbolistas diferentes; y en solidaridad defensiva y diversas variantes de ataque.

Se encontró el Real Madrid con un gol al filo del descanso, sin merecerlo y casi sin querer, de Illarramendi, nada menos que desde la posición de delantero centro. Sin embargo, después de que el joven centrocampista guipuzcoano pidiese perdón a Anoeta y el entonces injusto 0-1 subiese al marcador, los blancos se soltaron, ejercieron una autoridad absoluta sobre una Real decepcionante y no cabía otro resultado que el que se dio. Entre el golazo con la zurda de Gareth Bale, desde más de 30 metros, al aprovecharse de un error de Bravo, hubo dos remates de los madridistas al larguero y la Real, cuando ya daba gracias porque el resultado no fuese más amplio, se llevó otro par de tantos, de Pepe a balón parado, y de Morata, en una cabalgada desde su propio campo que recordó a las del extremo galés -en Anoeta a muchísimo mejor nivel en la banda izquierda-; y en puntería a Cristiano.

Aunque el Madrid piense más en la Copa de Europa que en una Liga que se le complica cada jornada que pasa, tenía prohibido fracasar en otra jornada beneficiosa para rojiblancos y azulgrana, que sacaron sus partidos adelante sólo gracias al resultado, que no al juego. Sin embargo, el Madrid sí lo logró gracias a su matrimonio con el balón, a su equilibrio, y a su eficacia. La Real estuvo durante toda la segunda parte a merced de un verdadero conjunto que ratificó que, ante enemigos inferiores, cuando quiere, puede. Con Cristiano reservado y Di María y Coentrao en el banquillo, Ancelotti debió mover piezas y acertó al rectificar desplazando al filo de la media hora de juego a Bale a la izquierda del tridente de ataque en el puesto de un Isco muy participativo que comenzó en esa banda y acabó en la derecha, potenciando así a la vez las cualidades del galés.

Después de una primera parte en la que al Madrid le faltó intensidad, ritmo, fútbol y profundidad y tuvo problemas para detener a la pareja Carlos Vela-Griezmann, los blancos que arrancaron tan adormilados y rezagados, en cuanto comprobaron que podían llevarse un serio disgusto si no ponían orden, dieron un paso al frente y se pusieron a actuar y olvidarse de contemporizar. La Real había conseguido incluso ser mejor que el Madrid con muy poco, con una pareja de ataque que acabó, como todo su equipo, desaparecida y sobrepasada por el huracán blanco. Fue llegar en un momento tan oportuno el gol de Ilarramendi, silbado, al igual que Xabi Alonso cuando el veterano guía del Madrid fue sustituido, y los blancos se transformaron, relanzados hacia un triunfo muy convincente. Fueron cuatro, pero pudo caer media docena.