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Nadine Heredia, mucho más que una primera dama
La esposa del presidente peruano lucha por mantener su influencia en el Gobierno, pese al rechazo de la oposición y las críticas de los medios
MADRID Actualizado: GuardarHace mucho tiempo que Nadine Heredia dejó de disimular. Con 37 años, tiene poder e influencia política y está dispuesta a ejercerlos sin complejos. Es la primera dama de Perú, esposa del presidente y exmilitar sedicioso, Ollanta Humala. Pero fue también cofundadora del Partido Nacionalista (2005) que encabezó la alianza de partidos Gana Perú que finalmente llevó a su marido al sillón presidencial tras el triunfo electoral de julio de 2011. Con estos galones, Heredia ejerce como portavoz informal y enlace entre ministros y parlamentarios. La especulaciones sobre su candidatura presidencial en 2016 están a la orden del día, a pesar de ella misma lo niegue y la ley electoral impida hoy que se presente un familiar del mandatario en el poder.
Su trayectoria recuerda a la de Cristina Fernández, quien con su marido en la presidencia, se preocupaba mucho en las entrevistas en insistir que ella tenía ya su propia carrera política cuando conoció a Néstor Kirchner. En el caso de la primera dama peruana, ha sido parte fundamental del movimiento nacionalista que fundara el padre de Humala, Isaac. Su protagonismo queda acreditado por los furibundos ataques que ha provocado en la oposición, ya sea desde el fujimorismo como del expresidente Alan García, ahora su mayor crítico. Esa influencia también la corroboran los documentos del Departamento de Estado de EE UU filtrados por Wikileaks, en los que el ex embajador de ese país en Perú, Peter Michael McKinley, la describió como "el cerebro político radical detrás de Humala".
Sin embargo, su protagonismo puede le puede estar pasando factura tras la reciente crisis de Gobierno. El hasta entonces primer ministro César Villanueva, acusó a Nadine Heredia de haber provocado su caída al criticar en público la subida del sueldo mínimo. Los partidos de la oposición hicieron causa común y pusieron en el punto de mira de sus críticas a la primera dama.
La tormenta política hizo que el nuevo Gabinete del primer ministro René Cornejo necesitara hasta tres votaciones para conseguir la confianza del Congreso. Para convencer a la Cámara, el nuevo jefe del Ejecutivo tuvo que prometer que no habría interferencias de ningún tipo y que Heredia “no tendrá tanto protagonismo”.
Vargas Llosa, en escena
En plena crisis, el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa salió a escena para defender a Nadine Heredia y atacar con una gran dureza al expresidente Alan García. El escritor denunció una alianza del partido de García, el Apra, con el fujimorismo, respaldada por el oligopolio informativo del grupo El Comercio, con el objetivo encubierto de sabotear la ‘megacomisión’ que investiga los denominados narcoindultos. Según la filtración de varios informes, esta ‘megacomisión’ recomendaría acusar constitucionalmente al expresidente por la concesión de indultos que durante su mandato (2006-2011) y gracias a sus prerrogativas beneficiaron a unos 400 condenados por narcotráfico.
Finalmente y pese a que el presidente Humala ha respaldado con firmeza a su esposa al asegurar que seguirá trabajando como primera dama y en el partido, el impacto de la crisis ha hecho mella en la popularidad de la pareja que ha caído en picado. El pasado domingo, la encuesta nacional de GFK daba un retroceso de la aceptación de la figura de Nadine Heredia de doce puntos respecto a febrero, 27%, mientras el presidente bajaba hasta el 20%, el más bajo desde que llegó al Palacio de Gobierno. Además, el 74% de los entrevistados señalaron que el activo papel de la primera dama perjudica al Gobierno y un 70% que debería establecerse una normativa que regule sus funciones. El diario The Wall Street Journal hurgó en la herida con un artículo en el que la recriminaba que copresidiera el país con Humala.
Lejos de amilanarse, Nadine Heredia ha decidido pasar al ataque y el pasado jueves anunció que emprenderá una gira por todo el país como presidenta del Partido Nacionalista Peruano y no en su calidad de primera dama ni como parte del Ejecutivo. Puede que haya perdido una batalla, pero sus detractores se equivocan si piensan que la guerra ha acabado.