TRATA DE BLANCAS

Un refugio español para las víctimas del tráfico humano

Un proyecto de cooperación que concluye en noviembre financia desde 2007 una casa de acogida en Vietnam para mujeres y niñas raptadas o vendidas como esclavas u obligadas a prostituirse

ENVIADO ESPECIAL A HANOI Actualizado: Guardar
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"Nunca pensé que llegaría a intentar quitarme la vida porque nunca pensé que me sucedería algo así". La peor de las pesadillas se hizo realidad para Nim, una joven vietnamita que fue raptada con quince años por un ciudadano chino. Después de trasladarla a su país, su captor la obligó a prostituirse con hasta 20 hombres al día a cambio de una comida diaria y dos horas libres para dormir.

Al igual que Nim, cada año centenares de mujeres y niñas vietnamitas son raptadas o vendidas para trabajar en régimen de esclavitud, ser obligadas a prestar servicios sexuales, contraer matrimonios forzosos con hombres mayores o, incluso, comerciar con sus órganos. Este país asiático se ha convertido en punto de origen desde donde personas son llevadas por traficantes humanos a lugares vecinos como China, Camboya, Tailandia, Hong Kong, Corea del Sur. Pero también a otros estados remotos, como Reino Unido o República Checa.

Cuando no son raptadas por la fuerza las víctimas son captadas por medio de señuelos, que van desde matrimonios fraudulentos a falsas promesas de empleo. Después, una vez en el país de destino, pasan a ser consideradas como un objeto del que obtener beneficio. Nim recuerda que cuando plantaba cara a sus explotadores y se negaba a mantener relaciones sexuales era golpeada y torturada con descargas eléctricas. Neng también era una niña cuando acudió a una ciudad vecina a su aldea, donde unos hombres le ofrecieron algo de comer. Instantes después perdió la consciencia. Sus explotadores la obligaron a casarse con un hombre chino de avanzada.

Casa de acogida española

Los Gobiernos del Sudeste Asiático lucha desde hace años para erradicar el tráfico de personas. En su empeño, han contado con la cooperación española que desde 2007 ha destinado 1,4 millones de euros a mantener una casa de acogida destinada a servir de hogar las víctimas de estas atrocidades. En este lugar se trabaja para recuperar psicológicamente a las mujeres y niñas que cruzan sus puertas. También para ofrecerles un futuro, lo que incluye la concesión de microcréditos para que puedan poner en marcha sus propios negocios con los que ganarse la vida.

Por este refugio, situado en la capital Hanoi, han pasado 290 mujeres y niñas. 19 de ellas siguen allí a la espera de recuperarse del trauma sufrido. No obstante a partir de noviembre tendrán que hacerlo, muy probablemente, sin la ayuda de la cooperación española que, tras destinar a Vietnam 250 millones de euros entre 1997 y 2012, se retira de este país en el marco del programa para reducir los países de actuación de 50 a 23.

El propósito es que sea ahora el Gobierno vietnamita el que se haga cargo financiar esta casa de acogida. "España va a seguir comprometida en la lucha para acabar con este disparate pero a partir de 2015 probablemente cambien las líneas de actuación", ha avanzado esta mañana el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, tras entrevistarse en Hanoi con los responsables del proyecto. Esta nueva forma de cooperación, ha explicado el jefe de la diplomacia, se centrará en ayudar a implementar un marco legal que sirva para perseguir este tipo de delitos y en sensibilizar a la población contra ellos a través de campañas de prevención.

A pesar de los planes previstos, García-Margallo ha dejado abierta una puerta a mantener cierta ayuda financiera. "España va a hacer un enorme esfuerzo para que estas acciones, que son absolutamente prioritarias desde cualquier punto de vista, sigan contando con la colaboración técnica y con la financiación que seamos capaces de poner en marcha", ha manifestado. De encontrar lo recursos necesarios, España mantendría un programa que ha servido a muchas niñas como Neng y Nim a rehacer sus vidas una vez lograron escapar de su particular infierno. "Llegué a odiarme a mí misma pera ahora me siento más fuerte", asegura Nim.