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De utopía a realidad

El Sevilla se clasificó en los penaltis tras un derbi trepidante que puso la ciudad en el foco europeo

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Sólo podía haber un príncipe inmortal. Dos titanes hicieron grande a la ciudad de Sevilla y al final en esa tragedia griega que son los penaltis el Sevilla resultó vencedor. Los de Nervión lograron lo que parecía imposible, como era igualar la eliminatoria. Los heliopolitanos pagaron caro su falta de brío y, sobre todo, su cobardía de cara a resguardarse en una portería transformada en cueva. Salieron los dos equipos como estaba previsto. Los sevillistas a la ofensiva total, a morir matando como se suele decir en el lenguaje taurino que tanto gusta a orillas del Guadalquivir. Por el bando bético justo lo contrario, se prefirió el toreo que ofrecía Curro Romero en algunas tardes de la ‘Feria de Abril’ sevillana. Defensa de cinco, carrileros y a jugar a la contra para sentenciar por la vía rápida presumiendo de ese colchón que suponía traerse dos goles de ventaja en campo contrario. Emery en esta ocasión usó todo lo que tenía y nadie puede reprocharle nada. Calderón prefirió arropar a unos hombres inseguros y con falta de confianza.

La partida de ajedrez que se anunció en la previa al partido estaba en juego, cada uno eligió sus piezas y la estrategia era la básica de todo deporte: aguantar y ganar. No era un duelo para héroes, pero sí para hombres. Quizá por esa razón al cuarto de hora Perquis decidió darse de baja en mitad de la batalla. Lesionado, desbarató aún más los planes de su técnico, que no daba abasto ante tanto infortunio atrás. El desbarajuste momentáneo en la zaga bética lo aprovechó Reyes para adelantar a los suyos y poner el horizonte de la utópica remontada un poco más cerca. El 0-1 de quien vive estos encuentros como si fueran los últimos que va a disputar hizo al Sevilla oler la sangre verde de una presa débil. Finalizó la primera mitad con un dominio tan abrumador de los nervionenses que el Villamarín pasó del festejo inicial a la angustia vital.

Para la vuelta de los vestuarios las consignas eran claras en uno y otro lado. En la segunda mitad quien sufrió el mal de la lesión fue el Sevilla. El mejor del duelo, Reyes, se marchó por molestias y su empuje lo notaron en el transcurrir de los acontecimientos los sevillistas. El Betis sacó fuerzas de flaqueza y empezó a controlar el juego poniendo en apuros a Beto. El portugués se erigió como protagonista al dar esperanzas a los suyos, a los que se les agarrotaban las piernas por la presión acumulada. Entonces apareció un aire fresco llegado desde el otro lado del Atlántico y sobrevoló la veleta del ‘Giraldillo’ que empezaba a decantarse por uno de sus hijos predilectos. Bacca aprovechó una jugada magistral de Marko Marin para poner el 0-2 al borde de la taquicardia de toda una ciudad.

El ‘Euroderbi’ más intenso de los protagonizados por cualquier equipo europeo sólo podía acabar de una manera. La prórroga provocó el ingreso en ‘Urgencias’ de cualquier sevillano que no estuviera en el campo. Pero sirvió sólo para que Adán salvara una vez más a los suyos con una doble parada prodigiosa. En Inglaterra seguramente Mourinho sonreiría, como buen hombre de fútbol que es, mientras veía que su profecía sobre el exmadridista era cierta. Quedaba la lotería de los penaltis y ahí la cara fue para el Sevilla. Estaban todos los jugadores con calambres físicos y mentales. El miedo se apoderó al final de N’Diaye y Nono y agrandó la leyenda de los que se alzaron como mejores.