La Tirreno-Adriático embellece la cara gloriosa de Contador
El español conquista la ‘carrera de los mares’ con una discreta contrarreloj final después de otra jornada memorable
Actualizado: GuardarA Alberto Contador le encantan los relatos heroicos. El madrileño es de los que quieren ser recordados en las historias increíbles del ciclismo. Por eso se lanzó a 92 kilómetros de la meta en una jornada del Tour de Francia de 2011 que finalizaba en Alpe d’Huez. Entonces las famosas curvas no le permitieron asaltar el lejano liderato de la general pero nadie lo olvidó. «Chapeau por Contador y por su exhibición tras una etapa tan dura para él como la de ayer. Ha sido increíble, ha puesto a todos en jaque atacando tan pronto. Eso muestra la casta que tiene», le piropeó Samuel Sánchez tras sufrir su intento de proeza. Por eso Contador atacó a 50 kilómetros del final en una etapa con discreto perfil montañoso de la Vuelta a España de 2012. Entonces solo los aficionados apostados en las carreteras cántabras pudieron contemplar una actuación que se adelantó hasta a las conexiones televisivas y que dinamitó la carrera. «Ha sido un poco kamikaze. He dicho por la radio a los de delante ‘full gas’ porque yo iba a atacar. Cuando estaba en Collado, tenía un diablo detrás diciéndome ‘Ataca, ataca’ y luego un ángel diciendo ‘Uff, conserva, que es una locura’, pero al final he preferido arriesgar por ganar y muy contento», explicó entre lágrimas en el podio de Fuente De.
El último capítulo de su hagiografía se escribió el pasado fin de semana entre los dos mares que escoltan el norte de Italia. En los Abruzzos Contador se lanzó a tumba abierta cuesta arriba después de ganar el día anterior. En la etapa reina de la Tirreno-Adriático descolgó al prometedor escalador Nairo Quinta en rampas de más de un 22% de desnivel y arrojó al abismo a todos los rivales gracias a lo que él calificó como «una victoria diferente». En el Passo Lanciano, a 30 kilómetros de meta, surgió la inspiración para las plumas de los relatores de sus hazañas, de los amantes de los ataques lejanos que en el pelotón actual solo Froome intenta emular. «Este día lo recordaré siempre», reconoció el pinteño en Twitter.
Con más de dos minutos de ventaja el aventurero solo debió conservar la calma para conquistar dos días después su primera prueba por etapas desde la Vuelta de 2012. La contrarreloj final (9,1 km) sólo sirvió para descubrir al prometedor Malori entre grandes rodadores y para que Quintana le robara unos pocos segundos a un Contador que solo necesitaba la firma para la página que había esbozado anteriormente. «Es realmente importante y me hace una especial ilusión, porque nunca en mi carrera he conseguido la victoria en la Tirreno-Adriático y es algo que me llena de orgullo. También es especial por la forma en que se ha ganado», concedió el ciclista del Tinkoff-Saxo.
No obstante, el problema para la épica del pinteño es que su biografía compartirá también páginas oscuras. La primera se entinta con la mancha del clembuterol en su organismo en el Tour de Francia de 2010. «Mi guión es la verdad», argumentó entonces junto a la narración del rocambolesco viaje de un chupetón desde una carnicería de Irún hasta los Pirineos. La explicación no convenció especialmente al Tribunal Justicia Deportiva que le apuntó a pie de página una sanción de dos años y la justificación de la contaminación alimentaria de un suplemento energético para borrar un par de triunfos de su carrera. Por otro lado, su leyenda en la carretera también se vio ensombrecida para algunos aficionados con sus tácticas conservadoras en los últimos tiempos y con el episodio del ataque a su archienemigo Andy Schleck cuando el luxemburgués sufrió un problema mecánico en el Tour (como antes hicieron ‘grandes’ como Eddy Merckx).
Así, la historia de Contador se escribe con jornadas heroicas y con renglones torcidos. Por el momento, con 31 años, la ‘carrera de los dos mares’ le servirá para intentar compensar sus capítulos biográficos más tenebrosos.