atletismo

Ruth Beitia es una chica 10

La saltadora cántabra se cuelga el bronce en el Mundial, su décima medalla en un gran campeonato

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Ruth Beitia ya lleva 10. Una decena de medallas de las gordas, de las grandes competiciones (Juegos, Mundiales o Europeos). La última la ha recogido en Sopot después de un salto de dos metros, la misma altura que las dos rivales que compartieron el primer escalón del podio después de que las tres derribasen el listón en 2,02, ese que se tambaleó en el tercer intento de la española, una moneda al aire que salió cruz. Un mísero nulo sobre 2,00 le dejó por detrás de la rusa Kuchina y la polaca Licwinko (lo pasaron a la primera).

Su historial es apabullante. Diez medallas es algo que solo supera un atleta, Marta Domínguez, pendiente de una decisión sobre las alteraciones en su pasaporte biológico. Beitia nunca se ha visto en una de esas. Es la líder del atletismo español y todo el mundo la respeta. Por sus diez medallas, pero también por sus 14 temporadas superando 1,94 como mínimo, por su cuarto de siglo en este deporte (con 10 años saltó 1,29, con 16 superó el 1,80, el 1,90 con 22, y los dos metros con 24) y por sus nueve años recopilando éxitos internacionales.

Porque Ruth Beitia, 34 años, debutó en un gran cita internacional en el invierno de 2001, en el pabellón Atlántico de Lisboa, el primero de sus ocho Mundiales en pista cubierta (solo le supera en uno la mozambiqueña Maria Mutola). Cuatro inviernos después, en Madrid, estrenó su cuenta con la medalla de plata en el Europeo ‘indoor’. Desde entonces solo perdonó un año: 2008. El resto fue sumando medallas de todo tipo y después de su amago de retirada tras los Juegos de Londres, no ha dejado pasar una sola oportunidad.

Tras su éxito en el Ergo Arena fue corriendo a abrazarse con Ramón Torralbo, el 50 por ciento, como ella siempre recuerda, de sus medallas. Otro hombre 10 pues siempre han estado juntos. Liberaba así la tensión después de un concurso impecable, como siempre, sin nulos hasta los dos metros.

Sus contrincantes tropezaron antes, sobre 1,97, pero no lo hicieron en la altura definitiva, la que suele ordenar los podios. Son dos saltadoras con una historia muy diferente. Maria Kuchina es la última gran saltadora que ha salido de Rusia. Su profesor de gimnasia la reclutó para el atletismo de niña y con 18 años firmó el récord del mundo júnior bajo techo (1,97). Solo tiene 21 años y ya es campeona del mundo, algo que su entrenador en Volgogrado, Boris Gorkov, ya logró con Slesarenko. La polaca Kamila Licwinco (antes Stepaniuk) tiene 27 años, nunca había atrapado una medalla y hace poco más de un año estuvo a punto de abandonar el atletismo por la falta de buenos resultados.

Beitia, medias rojas (con sus dos apellidos), gafas rojas, ya no pone fechas para su despedida. No le importa ni que el 1 de abril cumpla 35 años y ascienda a la categoría de veteranos. “Cada campeonato que sumo es un regalo”, aseguró antes de dedicar esta medalla a las mujeres en su día. Esta vez ha evitado que España se marche de Polonia sin medallas y sin puestos de finalista. No habrá más. Este domingo no competirá ningún español. Los que compitieron este sábado se quedaron todos en el camino: Jackson Quiñónez, quinto en su serie de 60 m vallas (7.78); Úrsula Ruiz, decimocuarta en la calificación de peso (17,16), y el relevo 4x400, quinto y último en su eliminatoria.