Melodías de la Segunda Guerra Mundial
Alice Herz-Sommer, recientemente fallecida, fue la superviviente más longeva del Holocausto, y salvó su vida gracias a la música
MADRID Actualizado: GuardarDías atrás, Alice Herz-Sommer, fallecía en Londres a los 110 años dando fin a una vida que ligó a la música y a su piano. Esta mujer queda eternizada a través de un documental llamado «The Lady In Number 6: Music Saved My Life», donde cuenta a través de los ojos de la protagonista, cómo vivió la Segunda Guerra Mundial y cómo sobrevivió esta tragedia. Una historia llena de ritmo y de personalidad que en la academia de los Oscars han reconocido como una obra digna de pertenecer al ámbito de las estrellas del cine.
Pero como ella, ha habido muchos artistas cuyas composiciones han sonado a la sombra de los bombardeos y de los llantos. Esta judía de buena cuna, fue capturada por los nazis y llevada a un campo de concentración, donde a través de la organización de pequeños conciertos y eventos musicales, transportaba a su público, ya que la gran mayoría de veces era ella misma quien reproducía las piezas, a un lugar, dentro de su imaginación, lejos de los horrores del día a día.
Es esa magia de la música con la que ayudó a cientos de personas y la que le sirvió de herramienta para sobrevivir. Sin embargo, lo que para esta mujer fue su salvación, para otros muchos fue su sentencia en la Alemania de Hitler, por ser famosos artistas de la época de origen judío.
Varios compositores fueron perseguidos por las SS germanas. Grandes nombres como Viktor Ullman, creador de uno de los símbolos del Holocausto, “El emperador de la Atlántida”, compuso esta pieza en pleno campo de concentración de Auschwitz. Fue capturado y encerrado en 1942 entre las rejas y muros de Theresienstadt, siendo uno de los protagonistas en las labores de animación cultural y pianista, entre otras. Sin embargo, a él no le sirvieron estos servicios de pasaporte para superar su trágica historia, que acabó el 18 de octubre de 1944 en una cámara de gas, perdiendo con el la memoria de más de 25 obras propias destruidas por las fuerzas del régimen.
Otro virtuoso de este gremio y peso muy importante de la historia general del mismo, es Erwin Schulhoff. Este artista creó la “Sinfonía de la Libertad” no.6, otra obra indiscutible de los símbolos del Holocausto, mientras agonizaba en el campo de Wülzburg de tuberculosis tras ser capturado por los nazis, muriendo por dicha enfermedad un 18 de agosto de 1942.
Antes de dejar este mundo dejó esas, y otras muchas obras, escritas en su testamento musical, añadiendo a su lista de trabajos una recopilación que, como los demás perseguidos y asesinados, desgarraban a través de sus notas musicales el trauma de la Segunda Guerra Mundial, canalizando su tragedia, como Ullman y otros, en arte sonoro y en himnos al horror.
Fue así, como el ritmo de sus vidas, marcaron los compases de su suerte. Una muerte, mediante asesinatos masivos, que trataba de silenciar el arte que han plasmado en los ecos de la eternidad.