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La encrucijada de los indígenas
Cao Hamburger recupera la epopeya de los hermanos Villas-Boas en 'Xingu, la misión al Amazonas', un filme que se estrena este viernes
MADRID Actualizado: GuardarCivilizarse o morir. Aceptar la mano tendida -frecuentemente acompañada de un dardo envenenado- por el hombre blanco a costa de ver constreñida su cultura a un reducto de tierra cada vez más reducido o caer presa de las balas con que los conquistadores daban cauce a su espíritu rapaz y ambición sin límites. Esa fue la disyuntiva a que hubieron de hacer frente cientos de pueblos indígenas repartidos por todo el orbe. Miles de vidas quedaron segadas como consecuencia del choque de civilizaciones y para seguir el rastro sanguinolento de dicho proceso no hay que remontarse muchos siglos atrás. De hecho, el reguero apenas si se ha secado en lugares como Brasil, escenario de cruentas batallas silenciadas por el poder a medida que territorios hasta entonces vírgenes eran ocupados en nombre del 'progreso'. Claro que también hubo quienes alzaron su voz en defensa de los nativos. Entre estos se contaron los hermanos Villas-Boas, cuya asombrosa historia recupera el director Cao Hamburger en 'Xingu, la misión al Amazonas', una cinta que llega este viernes a la cartelera española.
El filme, producido por Fernando Meirelles ('El jardinero fiel'), se centra en las figuras de Orlando, Cláudio y Leonardo, tres hombres que abandonaron unas vidas acomodadas para perseguir sus anhelos de libertad. Enrolados en la expedición Roncador-Xingu, viajaron hasta el corazón de Brasil, donde no tardaron en toparse con los indios. Donde otros se habían conducido con violencia, ellos obraron con respeto, ganándose la confianza de quienes acabarían convirtiendo en sus protegidos. Convivieron con los nativos, interiorizaron sus costumbres y aprendieron su lengua. Les enseñaron cómo podían ayudarles algunos de los adelantos de la civilización pero, sin pretenderlo, se erigieron también en la causa de su desgracia. “Somos el veneno y, a la vez, el antídoto”, proclama en una amarga confesión Cláudio, el más idealista de los tres.
Conforme avanza el filme, el espectador ve cómo sus corazones se desgarran mientras tratan salvaguardar civilizaciones cuya existencia habría seguido siendo plácida de no mediar la irrupción del hombre blanco. Los Xavante, los Kalapo, los Kreen... Tribus que se ven continuamente desplazadas para abrir paso a terratenientes y carreteras como la Transamazónica, cuya construcción diezmó severamente la última de dichas poblaciones.
Mas su lucha no fue en vano. En 1961, su empeño cristalizaba en la creación del Parque Nacional Xingu, una vasta reserva más grande que Bélgica donde quienes únicamente deseaban conservar sus tradiciones podrían mantener el estilo de vida de sus ancestros. Propuestos para el premio Nobel de la Paz, los Villas-Boas se habían ganado su lugar en el panteón de los héroes brasileños, como refleja este largometraje manejado con delicado pulso por Hamburger.