Victoria Padial, olímpica a contracorriente
La FEDI le llegó a adeudar 23.000 euros, viaja en una furgoneta de segunda mano y es la única biatleta española en competiciones internacionales.
MADRID Actualizado: GuardarRemar a contracorriente es una tarea de gran dificultad. Pero esquiar contra los elementos deportivos y extradeportivos se ha convertido en rutina y hazaña para Victoria Padial en su carrera. La biatleta granadina, que compite en los Juegos Olímpicos gracias a su esfuerzo personal físico, psicológico y económico, ha inscrito su nombre como el primer deportista español en clasificarse para la prueba de persecución al tiempo que ha sorteado más obstáculos fuera de la pista. «Creo que el deportista debería estar centrado en el deporte y no como estoy yo, haciendo mil gestiones y buscando patrocinadores. Es muy complicado, así que llegar a los Juegos y entrar entre las 60 primeras es para nosotros un éxito, aunque para los españoles que no conozcan este deporte les parezca algo mediocre», cuenta Padial desde Sochi.
La lista de inconvenientes es larga. En primer lugar aparecen los frenos para recibir las ayudas ganadas. «La Federación Internacional de Biatlón (IBU) da a las federaciones nacionales 1.000 euros por cada prueba de una atleta en la Copa del Mundo. Yo, por ejemplo, este año participo en nueve pruebas, lo que supone 9.000 euros que la IBU ingresa a la española (integrada dentro de la Federación Española de Deportes de Invierno -FEDI-). Pero ese dinero se lo han estado quedando durante dos temporadas ellos (FEDI) y me llegaron a deber unos 23.000 euros. Ahora me han pagado algo, pero están ingresando dinero por mi participación y no me lo devuelven. No es que no me ayuden a traslados o material, sino que encima se quedan dinero», resume la sufrida deportista.
La deuda económica no es el único embate que debe afrontar Padial para poder competir. Los equipos nacionales de biatlón están asociados al mundo militar, aunque en España los seleccionados no se dedican de manera totalmente profesional al deporte y lo compaginan con sus obligaciones castrenses. El problema, tanto para Victoria Padial como por el participante masculino olímpico en biatlón, Víctor Lobo, es que están fuera de esa selección nacional y no pueden acceder a los recursos. «Lo han acaparado los militares. Se están llevando un presupuesto que tanto Víctor como yo podríamos aprovechar mucho más. De hecho, nosotros estamos en Sochi y ellos no. Es una pena que aparte de que ellos cobran un sueldo de todos los españoles se les financia desde la FEDI y nosotros estamos aquí en los Juegos Olímpicos cubriendo nosotros nuestros propios gastos. Es muy injusto», insiste Padial. Después de Sochi ambos se mantendrán aparte. «Puedes empezar a competir en biatlón y luego decidir entrar al equipo militar porque lo que te gustaría en la vida es entrenar y competir, pero corres el riesgo de empezar a verlo como un trabajo y estancarte. El deporte de alto nivel es un error proponérselo como un medio de vida y te estancarás porque no tendrás la verdadera motivación que te hace buscar el camino a lo más alto», argumenta Víctor Lobo.
Mejor que Rusia
La solidaridad internacional tampoco es posible ni siquiera con formaciones que disponen de hasta una treintena de técnicos. «Es un mundo muy competitivo, cada equipo tiene presupuesto millonario, se juega muchísimo y no están para colaborar y menos cuando les empiezas a superar porque hemos estado por delante de atletas de Rusia y Alemania en algunas carreras», explica. Dentro de ese mundo cerrado Victoria Padial es una pieza especial. «Me siento extraña y más siendo de Andalucía, porque cuando me preguntan '¿De los Pirineos?' y les respondo 'No, de Granada', se echan las manos a la cabeza», cuenta la granadina. «Pero nuestros resultados les parece impresionantes y hay mucho más reconocimiento fuera de España porque conocen mejor cómo funciona el biatlón», aclara quien debe viajar con su único entrenador en un camioneta de segunda mano que compró con sus ahorros y buscar lugares adecuados para su entrenamiento que no encuentra en Sierra Nevada -no hay campo de tiro y el biatlón tiene una altitud límite de 1.800 metros -.
A pesar de los numerosos obstáculos, la biatleta mantiene una ilusión y una voluntad con las que incluso ha ganado dos medallas europeas en la modalidad apenas diez días antes de acudir a Sochi -sus segundos Juegos Olímpicos-. «La primera no me la creía mucho, pero con la segunda empecé a llorar porque me di cuenta de lo que había conseguido. Fue superemocionante», señala. Su siguiente oportunidad para probar sus pasos de gigante será en persecución este martes. «Es una carrera que requiere mucha combatividad y tirar muy bien. Son 20 disparos, así que con una buena tarjeta de tiro podemos remontar hasta la 45 o así si lo hacemos muy bien. Pero no se puede anticipar que vamos a tirar bien», avanza.
Con las federaciones remando en dirección contraria, con la energía gastada en tareas extradeportivas, Padial se engancha a «la magia del biatlón». «Todas las temporadas cuando acaban analizo y veo las posibilidades de continuar una más. Te cansa estar siempre luchando, aunque mi motivación es grandísima y me gustaría estar hasta los siguientes Juegos (2018) porque sería cuando tendría mi pleno potencial, más madurez tanto física como psicológica, pero todo depende de los apoyos que podamos tener y de que la federación española nos apoye realmente como un proyecto sólido y factible, no como hasta ahora». Todavía a contracorriente la luchadora no tiene síntomas de rendición: «Por mí seguiría unos años más».